martes, marzo 18, 2025

La salud depende de una serie de factores causales que podemos clasificar en cuatro grupos: la biología humana, la asistencia medicosanitaria, el medio ambiente y los estilos de vida. La biología humana, incluye aquellas causas ligadas a la genética, la herencia y el envejecimiento. La asistencia medicosanitaria engloba las relacionadas con la calidad, la gratitud y el acceso a los servicios asistenciales públicos. El medio ambiente incluye los agentes contaminantes físicos, químicos y biológicos ligados al entorno –como infecciones por virus, bacterias u hongos, productos químicos o radiaciones–, la llamada contaminación o presión sociocultural, determinando el contexto sociocultural.

Los estilos de vida. Es muy difícil diferenciar entre estilo de vida y el medio ambiente que determina y apunta a la importancia en la conducta humana sobre la salud y poner de manifiesto la enorme cantidad de enfermedades que se podría evitar modificando los estilos de vida perjudiciales y adoptando otros más saludables.

Es difícil eludir la presión de la demanda asistencial diaria que ejerce la población y los avances que se producen en los mismos servicios sanitarios. El aumento de la tecnología y la sofisticación, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de las enfermedades, encarece día a día la asistencia odontológica. Sin embargo, es muy difícil decidir no tratar a un enfermo por nulas que parezcan sus posibilidades de curación o dejar de tratarlo a costa de no percibir ingresos por el pago de actos odontológicos; de hecho, en determinadas especialidades odontológicas es elevado el costo del tratamiento.

Por tanto, la adopción de una política de prevención en salud oral de las enfermedades y de promoción de la salud, tanto del individuo como del ambiente en que vive, ayudaría a mejorar la calidad y las expectativas de vida de la población, en mayor medida que cualquier otra política. No se debe olvidar que existen individuos sanos e individuos enfermos, sino también poblaciones sanas y poblaciones enfermas. La diferencia de los indicadores sanitarios entre la población enferma rural y la urbana, marcará el camino por corregir.

La salud pública tiene una dimensión mucho mayor que antaño, con la nueva salud preconizada por Ashton, la importancia del ambiente, tanto físico como social, en la salud. Se trata de poner la salud en la agenda de responsables políticos no sanitarios; como el transporte, la alimentación, la vivienda, la enseñanza, el empleo, la política fiscal, las infraestructuras de comunicaciones. Entonces la salud pública trata de conseguir las opciones más fáciles de escoger y de llevar a la práctica. El objetivo es crear entornos favorables, intentando persuadir a la persona para que deje de fumar si en su entorno el ambiente está lleno de humo y la comunicación está llena de publicidad reiteradamente. También se preocupa del desarrollo de habilidades personales y el abandono la actitud prescriptiva y paternalista, suscribiendo un cambio de comportamiento en la salud dental. Por último, postula la reorientación de los servicios sanitarios y de salud pública.

Este nuevo enfoque es más global acerca de la salud y de las enfermedades bucodentales, tras el fracaso reiterado de la odontología paliativa en el control de la enfermedad. Surgió una nueva perspectiva que se fundamenta en la utilización de medidas preventivas, aplicadas sobre grandes grupos de población. La mayoría de estas medidas utiliza flúor, con mayor higiene oral, nivel de conciencia odontológica, y está relacionada con los cambios de hábitos en la población global.

En su sentido más clásico o restringido, la odontología preventiva incluye cinco intervenciones distintas; las vacunas, la quimioprofilaxis, (quimioprevención), pues abarca la suplementación con vitaminas o minerales, como el flúor, la administración de fármacos preventivos, etc. La quimioprofilaxis se refiere a las enfermedades transmisibles), el cribado (diagnóstico y tratamiento precoz), la utilización de barreras físicas, (selladores) y la educación sanitaria del paciente. En la tradicional relación de odontólogo-paciente, el paciente adopta un papel pasivo. Una tarea inicial en la práctica odontológica clínica preventiva es cambiar esta situación, trasladando al paciente la responsabilidad de la modificación de los estilos de vida poco saludables. Para ello es indudable que muchos odontólogos deberán modificar preventivamente su actitud, y recibir su formación personal o en las facultades odontológicas, para llevar el potencial preventivo presente en la asistencia sanitaria diaria.

Por tanto, la investigación posibilita la intervención y ésta última debe basarse en la evidencia emanada de los estudios epidemiológicos analizados con rigor. En prevención, no obstante, la investigación epidemiológica será siempre necesaria si pretendemos evaluar su efectividad o monitorizar sus efectos en la población. Cuando se lleva a cabo un programa de ODONTOLOGÍA COMUNITARIA, aunque su eficacia, efectividad y eficiencia hayan sido demostrados previamente, será necesario evaluar o monitorizar sus resultados, a corto o largo plazo. Para ello la investigación epidemiológica será un instrumento fundamental.

 

El autor es odontólogo.

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