miércoles, marzo 19, 2025
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¿Rumbo de Venezuela?

Los bolivianos todavía gozan de algunas bocanadas de democracia. Todavía, por ejemplo, se puede escribir notas de opinión que critiquen al régimen sin que el autor sea apresado o esperar, aunque con remota esperanza, unas elecciones generales relativamente libres. Pero es posible que esas pocas libertades que quedan, que son indicadores de una democracia, se pierdan luego de un eventual triunfo del MAS, en cualquiera de sus versiones.
Los regímenes autodenominados revolucionarios generalmente siguen los mismos pasos: llegan al poder bajo la consigna de democratizar la sociedad y el poder público, pero, como sus recetas para lograrlo suponen el uso de la coerción, van poco a poco sometiendo a las instituciones, poniéndolas a su merced tarde o temprano. El proceso llega a un punto de no-retorno, desde el cual es ingenuo pensar que, de un día para el otro, el régimen podría cambiar de actitud y dejar de someter a las débiles fuerzas democráticas que sometió con el paso del tiempo. ¿Alguien podría, por ejemplo, afirmar que el último gobierno de la Revolución Nacional, ganado en elecciones amañadas en 1964, iba a ser un gobierno reconstructor de las instituciones, para entonces ya devastadas?
Llega un punto en que los regímenes autoritarios pretenden atornillarse en el poder, no porque desean seguir apropiándose de fondos públicos, sino porque tienen miedo a ser enjuiciados por un eventual gobierno democrático. Eso es lo que ocurre en el cercano país de Venezuela, donde los principales jerarcas del gobierno están acusados de decenas de casos de corrupción y violación de derechos humanos. Es lógico, pues, que con un gobierno democrático aquellos terminarían enjuiciados y, más tarde, en la cárcel.
Algo así ocurre hoy en Bolivia. En realidad, la advertencia de un gobierno en cuyos planes no está dejar el poder, ya era muy clara en las elecciones generales 2020. No obstante, en esa ocasión las ambiciones personalistas de los candidatos opositores primaron y el MAS salió triunfante. Ahora las señales de un eventual totalitarismo, vale decir de un Estado totalmente controlado por el Ejecutivo, son todavía más claras. En este sentido, los candidatos de las oposiciones democráticas deben actuar de una vez por todas con patriotismo, racionalidad y sensatez, so pena de defraudar nuevamente a la ciudadanía que merece y reclama democracia y, además, ha peleado por ella en varios eventos a partir de la vulneración de los resultados del 21F.
El panorama es complicado. El día de las elecciones el elector tendrá que mantener una actitud de vigilancia, tendrá que ser celoso hasta el extremo; se tendrá que hacer un gran despliegue en las mesas electorales para verificar un conteo de votos probo. Pero lo último que muere es la esperanza. Los bolivianos patriotas y demócratas no desean que el país siga el mismo rumbo de los Estados fallidos o de las autocracias como Cuba, Nicaragua o la maltratada Venezuela. Sí: se está a tiempo de frenar los abusos gubernamentales y cambiar el rumbo del país, siempre de manera pacífica y democrática.

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