Cerca de 8.938 personas murieron en rutas migratorias en todo el mundo en 2024, la cifra más alta desde que en 2014 comenzara sus registros la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas (OIM).
El informe publicado ayer confirma la quinta subida anual consecutiva en este tipo de muertes, después de que en 2023 ya se batiese el anterior récord con 8.747 víctimas mortales. Se trata, además, de recuentos conservadores, ya que la OIM asume que los datos reales son aún mayores.
Por regiones, Asia encabeza este balance con 2.778 víctimas, si bien el mar Mediterráneo repite como el área más mortífera con un nuevo máximo de 2.452 fallecidos. En África, la OIM tiene constancia de otras 2.242 muertes, mientras que en las Américas pudo verificar otras 1.233, 341 de ellas en el Caribe y 174 en el Tapón del Darién que conecta Colombia y Panamá.
«Detrás de cada número hay un ser humano, alguien cuya pérdida es devastadora», subrayó el subdirector general de la agencia para Operaciones, Ugochi Daniels, que apeló a una respuesta coordinada a nivel internacional para contener esta tendencia al alza de las rutas migratorias.
La OIM cuenta con un programa específico para recabar datos sobre migrantes muertos o desaparecidos, pero como señaló la responsable de este proyecto, Julia Black, hay «miles» de personas a las que es imposible identificar siquiera, lo que hace que este drama sea «aún más trágico».
«Al margen de la desesperación y las dudas a las que se enfrentan las familias que perdieron a un ser querido, la falta de datos más completos sobre los riesgos a los que se enfrentan los migrantes dificulta las respuestas», agregó Black. Desde la OIM, insisten en que la única solución para estas muertes pasa por establecer rutas legales y seguras para migrar.(EP)