miércoles, marzo 26, 2025

Bolivia 1925

Marcelo A. Valero Alanes

Estamos llegando al Bicentenario del país, pero nada hay que festejar: las instituciones están erosionadas y corrompidas, sin seguridad jurídica para inversores nacionales o extranjeros, la juventud sigue viendo que el sistema político no les da esperanzas ni futuro, las familias permanecen en incertidumbre, por una economía basada en el rentismo y no en circulante independiente del Estado, y, con la excepción de este honroso medio, los medios de comunicación han sido envilecidos por la obligación de seguir la línea editorial del Gobierno, lo que tiene como efecto una monotonía y uniformidad gris en la programación.
Mas, revisando la historia de Bolivia en su primer centenario veo un país poderoso cultural y económicamente hablando, con intelectuales que cosechaban renombre en todo el continente y fuera de él, que primero publicaban en París o Madrid y luego se los leía por casa, intelectuales cuyos nombres, obra y resonancia excedería el tamaño de esta columna, así que solo me remitiré a dos renombrados autores mencionados en una nota periodística de Lima Perú que reseñaba, hace un siglo, la inclusión de miembros extranjeros al Instituto Histórico del Perú:
“Franz Tamayo, a quien todo el continente reconoce como uno de los más altos y verdaderos valores de la América, es, en su clara inteligencia, un gran sociólogo y un eminente historiador.
Alcides Arguedas, cuya reputación ha pasado el océano, cuyo libro ‘Pueblo Enfermo’ es un libro continental, es el historiador de más intenso espíritu en el Alto Perú y uno de las más representativas personalidades de Bolivia…
El Instituto Histórico del Perú al honrarse acogiéndolos en su seno, saluda a estos hombres eminentes, les recibe con fraternal orgullo y eleva por sus patrias gloriosas, madres de tales hombres ilustres, los más sinceros votos y el más ardiente loor”. (El Comercio, 28 de diciembre de 1925)
Un siglo después, somos conocidos por ser un narco Estado, por los altos índices de feminicidios e infanticidios y por la corrupción pública; atrás quedó la Bolivia que tenía la talla de intelectuales mencionados, muchos de los cuales dirigían conocidas revistas culturales de difusión y acogida masiva, como la revista de filosofía “Kollasuyo”, dirigida por el filósofo Roberto Prudencio, y no olvidemos al precursor del indigenismo pictórico, el gran Cecilio Guzmán de Rojas, que brillaba en España, París y Londres, o haber tenido el ejército más poderoso del Cono Sur hasta los cuarentas, o un país de donde salían auténticos magnates de la industria que tenían sus intereses en la banca de Londres y Nueva York, y la economía tenía un constante superávit comercial, en contraste con la quiebra y déficit comercial actual.
Ahora dan vergüenza los escándalos violentos de los diputados, ¿qué les diría el Presidente de la Convención del 44, Franz Tamayo, ante sus inconductas? En la 53° sesión ordinaria del 5 de octubre de 1944 los reconvino así:
“Entonces, HH. Señores, permitidme extender mi pensamiento directamente sobre la conciencia del culto pueblo que me está escuchando: es inútil, infructífero y además totalmente irregular, el que se tengan manifestaciones de incultura, aplaudiendo violentamente o denigrando a los Representantes del pueblo. Todos están aquí por voluntad de ese pueblo y el pueblo hace mal contra sí mismo al entregarse a semejantes manifestaciones. Expreso, pues, mi franca desaprobación ante estos actos que dicen mal de la cultura del pueblo boliviano. No permita el pueblo que me escucha que fuera de las fronteras se diga lo siguiente: es un pueblo tan inculto que la misma Asamblea soberana que ha consagrado ese pueblo, es el objeto de la befa, de la injuria y de la más grande incultura; ese baldón que cae aparentemente en la Asamblea, acaba por caer sobre la frente del mismo pueblo boliviano, y esto es lo que más me duele, porque yo y mis colegas, todos sufrimos con paciencia cualquier desmedro; pero lo que no sufro es el desmedro que el mismo pueblo boliviano acaba de recibir sobre su frente con semejante conducta. Con estas palabras que espero fundamenten mi esperanza de una mejor conducta…”.
Ahora la cultura se ha depauperado tanto como la economía y la política, si bien todavía hay artistas, escritores e intelectuales, ya no es comparable al periodo de la alta cultura boliviana de la primera mitad de Siglo XX, que nos hubiera enorgullecido tener para celebrar el Bicentenario, en lugar del espectáculo deprimente de un país arrasado por el fuego, la minería, la corrupción y la pésima administración política y económica.

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