domingo, marzo 30, 2025
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El descontento social

Severo Cruz Selaez

Los gobiernos de turno jamás han aceptado su deterioro, pese a que el descontento social rondaba sobre sus cabezas. Han tratado de encubrirlo con falacias que indignaron a propios y extraños. Con discursos reflejaban, de manera inconcebible, “el país de las maravillas”. Vivían y viven ajenos a la crisis económica que golpea duramente al pueblo, al extremo que perdió su poder adquisitivo. Es que la moneda nacional se devaluó, ante el fortalecimiento de la divisa norteamericana. La población está en la incertidumbre y con los bolsillos perforados por la coyuntura adversa. Por ello resulta difícil adquirir artículos esenciales de la canasta familiar. Un hecho que no permite alimentar debidamente a las familias.
La situación social se hizo patética debido a que se agrava la pobreza. Pero surgieron los nuevos ricos, con gran poder económico, resultado del proceso de cambio de 2006. Viven en jauja, con lujo y despilfarro. Disfrutan jugosos haberes. Para ellos se hizo el cambio, no para la mayoría ciudadana. Para ellos hubo bonanza económica, que generó el auge gasífero, pero para los ciudadanos de a pie se hizo la austeridad.
Los sueldos y salarios no cubren las necesidades más premiosas de los trabajadores dependientes de entidades privadas. Porque ellas son las que generan empleo. Estuvieron por los suelos en una gestión gubernamental ideologizada y vacilante, que ha promovido la crisis económica. Que ha pretendido arrinconar los esfuerzos y las inquietudes de aquellas. Posiblemente siguiendo los lineamientos del socialismo del Siglo XXI. El sector laboral tampoco cuenta con un portavoz de conducta política rectilínea, sino de cierto elemento veleidoso que siempre se ha prestado al “mejor postor”. Servil y oportunista, sin convicción ideológica. “El mono baila por la plata”, de veras. Y por el oro “dueño y todo”, reitera el dicho popular. Posiblemente fue para amasar fortuna a costa de los afiliados a organismos que, dizque, representan los intereses de la clase obrera. A pesar de que los asalariados no son más que un reducido número, dentro de la población nacional que se aproxima a los doce millones de habitantes.
El descontento social hizo que muchos compatriotas de las ciudades y del campo hayan migrado al Perú en busca de un futuro mejor. Es que la economía de la nación vecina es estable, con una moneda sumamente fuerte. Hecho que no ha pasado desapercibido por nuestros compatriotas. Unos emigraron en procura de obtener empleos y otros para dedicarse al comercio. La necesidad de alcanzar mejores condiciones de vida estuvo de por medio, ya que en nuestro país la crisis económica está devastando toda esperanza. Lo bueno es que históricos lazos de hermandad nos unen a bolivianos y peruanos. Ojalá esta situación se mantenga, como un signo de mutua solidaridad.
En suma: los gobiernos de turno deben trabajar en procura de ofrecer bienestar social a la población. ¡ojalá!

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