Los bolivianos estamos atravesando una coyuntura económica muy difícil, en el bicentenario de la fundación de la República de Bolivia. Ni en tiempos de la extinta UDP había una realidad de esta índole. Sus reflejos preocupan inclusive a la comunidad internacional. En las redes sociales repercute tremendamente la problemática nacional. Pero de esta realidad, también se benefician algunos vecinos que gozan de una moneda sólida y fuerte. De una estabilidad económica que llama la atención de propios y extraños.
Por ello se masifica el contrabando a la inversa. Negocio ilícito que atenta contra la economía el país. Mientras nuestra moneda ha perdido poder adquisitivo. Ni en las décadas dictatoriales hubo una situación de esta índole. Prioritario siempre fue preservar la estabilidad económica por el bien común. Asimismo, el contenido y el costo de la canasta familiar.
Todos debemos imbuirnos, en consecuencia, de una esencia bolivianista, que nos permita salvar a la Patria del desastre económico, que conlleva escasez de combustibles, falta de dólares americano y elevación de precios de artículos de consumo. Salvar Bolivia de acuerdo a nuestra realidad. Según nuestra idiosincrasia. De acuerdo a las necesidades básicas de la población, particularmente de los menos favorecidos y a los requerimientos de los sectores que producen en oriente y occidente.
Sin copiar experiencias de otros países donde ciertas ideologías han sumido en el hambre y la miseria a sus pueblos, al margen de consignas foráneas. Sin permitir la intromisión subrepticia de fuerzas externas en la actividad electoral. Sin el asesoramiento de potencias que tratan de imponer sus proyectos políticos en la región. Priorizando las aspiraciones de mejores días de las personas necesitadas. Acá se impone la democracia y no la dictadura de corte socialista. Democracia que implica libertad para públicos y privados. Que no restringe las actividades político – partidarias, menos las inquietudes de la libre empresa. Tampoco abre las cárceles para sentar precedentes.
Las circunstancias actuales nos exigen despojarnos de intereses particulares y obrar con humildad por el bien común. Nos exigen deponer posturas de confrontación que pudieran quebrantar nuestra vocación democrática. Asumamos, en este contexto, ideas, proyectos y estrategias, que nos ofrezcan elementos para encarar la coyuntura económica adversa, que marca el retroceso nacional. Entonces estaremos preparados para superar los escollos de origen económico. Y contribuiremos a forjar una conciencia nacional de bolivianidad de cara al futuro.
Pero la confrontación electoral aleja estos objetivos de interés común. Estamos inmersos, por lo visto, en un mundo de calificaciones y descalificaciones. En un mundo del lenguaje procaz y desatinado. Parece que el propósito fuera destruirnos entre los bolivianos. Todos creen tener las manos limpias, sin tener en cuenta que en sus gestiones cometieron barbaridades.
En suma: Bolivia, abstraída en la actividad electoral, espera el resurgimiento de un nuevo día, que signifique paz, trabajo y progreso, por el bien común.
Una esencia bolivianista
Severo Cruz Selaez
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