La invitada de lujo hoy en Cvltvral es una artista cuya reconocida carrera la ha llevado a constituirse como una de las dramaturgas más importantes de la actualidad. Desde muy pequeña disfruta del teatro y este amor temprano por las tablas ha derivado en que se dedique a escribir muchas importantes obras. Es esta exclusiva conocemos más de Laura… sean todos bienvenidos al show.
¿Quién es Laura Derpic?
Soy una mujer que ha decidido dedicarse a la dramaturgia y a la creación escénica.
¿Qué desencadenó en tu ser el amor por el teatro?
Desde muy pequeña me gustaba actuar en el colegio, aprenderme textos, y también escribir. En mi familia no se hacía teatro, no era un arte que se fomentaba, pero supongo que había ciertos elementos teatrales en el día a día, que hacían que yo quiera actuar en el colegio, aprenderme textos, así como escribir. Siempre disfruté hacer estas tareas, aunque fue mucho más adelante, después de pasar por el Taller de Teatro de la Universidad Católica, que quería dedicarme pero fue finalmente cuando me fui estudiar dramaturgia a Buenos Aires que mi vida tomaría ese rumbo.
¿Cómo nace este inquebrantable nexo?
La posibilidad de representar otros mundos y personajes desde la palabra, creo que es lo más atractivo para mí. La certeza de saber que eso es lo que vine a hacer a este mundo.
¿Cuál fue la primera obra escrita y dirigida por ti?
“Los Rubiecitos”, es una obra que escribí durante mis primeros años en Buenos Aires, en el taller que daba Alejandro Tantanian en el curso de Dramaturgia de la Escuela Metropolitana de Artes Dramático de Buenos Aires que dirigía Mauricio Kartún y después en el taller privado de Alejandro Tantanian y Ariel Farace.
Considero que todo artista tiene un fin comunicacional mediante su arte ¿Qué buscas comunicar en las obras que escribes?
Cuando escribo, generalmente no tengo muy claro qué es aquello que tengo para comunicar. En una primera instancia, parto de algún cuestionamiento personal sobre algo que está ya establecido y parece incuestionable, pero en el camino de la escritura generalmente ese cuestionamiento se va complejizando o desviando a otras cosas y temas. Como si la obra misma buscara su propio cauce para existir.
Sí me interesa cuestionar lo establecido, repensar cómo nos mostramos o contamos a nosotros mismos como sociedad, qué aprendimos y repetimos mecánicamente, entre otras cosas, pero eso generalmente se vuelve más grande y complejo cuando las obras salen a luz. Es decir, ese deseo comunicacional personal, se ve superado por la misma obra, cuyo espectro de interpretación es mucho más grande y el público la entiende desde su propia vivencia, su propio punto de vista que supera el de quien escribe. Entonces se hace carne aquello de que “la obra es más inteligente que el autor” y no se puede tener control sobre eso, lo cual resulta también atractivo.
¿Qué tipo de historias buscas contar?
Aquellas del tipo que hacen que una persona se cuestione su realidad, o aquello que se ha dado por sentado y se cree que es inamovible o inmutable. Estas historias están inevitablemente marcadas por mi forma de ver el mundo, es verdad, pero como dije en la pregunta anterior, cuando llegan al público se transforman de muchas maneras que a veces una ni espera.
En lo formal, en mis últimas obras vengo investigando las diferentes formas de abordar el paso del tiempo y la construcción de los espacios en el teatro, así que mis historias se van impregnando de estos tratamientos, más allá de la historia misma que cuento, o el relato, o la fábula que quiero contar.
¿Cuántas puestas en escena tienes como Directora de teatro?
Entre obras profesionales de pequeño y gran formato, son ocho. En septiembre de este año, estrenaré “El amor del desamor” en la ciudad de La Paz. Será la novena puesta en escena, pero sí la primera obra cuya producción se hará completamente en Bolivia.
¿Qué es lo más difícil al momento de dirigir y tener que coordinar a la perfección con tanta gente a tu cargo?
Justamente eso, coordinar a la perfección tantos elementos, con tanta gente con saberes tan diferentes. Creo que lo más interesante y desafiante de dirigir es tener que lidiar con personas, sus sentimientos, anhelos y deseos y cuán diferentes pueden ser a los que una tiene. Lograr comunicar bien las cosas. Saber entender al otro desde esa particularidad que propone y poder abrazarla, es un desafío.
¿Cuál de los premios obtenidos como dramaturga te causa más orgullo profesional?
Premio como tal, no sé. Quizás el Eduardo Abaroa por “Los Rubiecitos”. Pero quizás me siento más orgullosa por el proceso de haber podido montar esa obra en Buenos Aires y que haya llegado de igual forma al público porteño y también al boliviano residente allá, fue muy conmovedor. Sobre todo esto último, ver cómo la comunidad boliviana residente en Buenos Aires se apropiaba de la obra y cómo yo entendía mi bolivianidad, fue fantástico. Lo mismo cuando pudimos traer la obra a Bolivia en 2016 y hacer una gira por 4 ciudades, también fue muy importante y completó el sentido de la obra, fue hermoso.
Como gestora cultural ¿Qué crees que será lo más difícil al ir retomando la “normalidad” con el tiempo?
No sé si “retomar” sea la palabra más adecuada, porque no estoy segura si alguna vez los artistas tuvimos mejores condiciones para trabajar y tratar nuestra salud. La pandemia está demostrando la precariedad en la que trabajamos y nuestro sistema de salud que colapsa con muy pocos casos, debido a la inexistencia de una estructura real del sistema de salud. Es muy caro enfermarse en Bolivia, menos pensar en llegar a una UTI y salir bien de ahí. Es muy complejo este tema.
Hasta la fecha, no hay fondos para la reactivación del sector, no hemos podido volver a trabajar con normalidad, porque nuestro trabajo implica el contacto físico con las demás personas, y ni el Estado, ni los espacios, nos brindan las medidas de bioseguridad adecuadas para poder desarrollar nuestro trabajo de manera habitual y sentirnos seguros. Desde mi punto de vista, esa es la lucha mayor: conseguir que las condiciones de trabajo y salud de los artistas permitan tener una vida decente, con todas las prestaciones de seguridad que corresponden. Que ir a tocar o actuar, no sea el lugar donde vamos a perder la vida, básicamente.
¿Qué proyectos te deparan este veinte veintiuno?
Ya a mitad de este año, estoy con la puesta en escena de mi nueva obra “El amor del desamor” que se estrenará en septiembre de este año. A la par sigo llevando adelante mis talleres de escritura de manera independiente y también en alianza con diferentes instituciones, enseñar es algo que disfruto mucho y veo que es muy necesario en nuestro medio.
En cuanto a la gestión cultural, conseguir que se sigan creando más espacios de apoyo y solidaridad para quienes lo necesiten, poder institucionalizar el colectivo“Artistas x Artistas – Bolivia” del cual soy parte y generar alianzas con otros colectivos e instituciones.