viernes, septiembre 27, 2024
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Virus y guerra rusa contra Ucrania

 

Contrariamente a lo que se podía suponer, Rusia habría encontrado en el coronavirus una forma práctica de reponer sus batallas contra Ucrania y nada mejor que formar alianza con el letal virus que atacó con virulencia inaudita a poblados de Ucrania y de diferentes partes del mundo cobrando muchas víctimas: unas, con el destino común que son cementerios y otras, las más, poblar hospitales en pos de alguna medicación o tratamiento.

Mientras ocurre el extraño contubernio entre Rusia y el virus, siquiera parte de las naciones se ve impelida a retomar prevenciones en contra del virus, dado el hecho de que ya hubo muchos contagios que, no sería raro, lograrán muchas víctimas, como pasó hace varios meses. Países en extrema pobreza, como la mayoría del Cuarto Mundo, no encuentran paliativos para múltiples sufrimientos que padecen y sienten la proliferación del virus, con víctimas fáciles que no encuentran medicamentos siquiera para contrarrestar dolores y molestias. Los demás, con los rigores de la pobreza, empiezan a sufrir por el retorno del covid-19, y el enemigo común, Rusia, bate palmas por no hacer algo en pos de los que padecen hambre y enfermedades, que ven aumentar la peligrosidad del virus, y que seguramente esperan recibir ayuda del gobierno o del propio pueblo que pasa por necesidades. Así, pues, el mundo se encuentra ante el renacimiento del virus que comparte letalidad con los ataques rusos, sin que se perciba señales de curación y sanación. El mundo rico tiene recursos para luchar, pero, indemne y resignado, solo ve que hay otras numerosas víctimas en países en vías de desarrollo, sin que se sume para dar la batalla definitiva.

Como en muchos momentos de la historia, retornó el retumbar de cañones y el ruido de las balaceras que matan y destruyen sin motivo alguno en un mundo que se muestra indolente y que tendría que resignarse a vivir un drama trágico, sin importar el corolario final. Y es que solo se observa visos de resignación e impotencia y hasta cobardía de los que podrían acallar los ruidos de la muerte y no lo hacen porque no quieren concluir con lo que, por soberbia y petulancia, se empezó.

El mundo, siempre sufrido, tendrá que tener en cuenta que su lucha será ahora contra dos virus y, además, contra las intransigencias de Rusia, cuyos dirigentes ante nada trepidarán, con tal de apoderarse de territorios y bienes que pertenecían a la ex Unión Soviética. Es difícil comprender cómo la ambición humana no cesa con tal de someter a una especie de esclavitud a buena parte de los hombres, que los obligará a servir a los intereses de un país que por años ha sometido a varios pueblos. La comunidad internacional seguramente tomará en cuenta estas conductas negativas y, en lo posible, impondrá sino las sanciones, por lo menos el desprecio del mundo, que ya no puede ni debe soportar abusos de gobernantes soberbios y petulantes.

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