Educar a nuestros hijos no es una tarea sencilla, la educación que reciban dentro del hogar repercutirá notablemente en su vida adulta, su futuro estará inevitablemente marcado por los recuerdos y experiencias de su primera infancia, además debemos considerar que la educación escolar tan solo es un complemento a la educación adquirida en casa.
En este sentido, debemos comprender que en casa es donde se siembran los verdaderos valores éticos y morales, y estos serán la base principal para su desarrollo como personas correctas y educadas dentro de nuestra sociedad, y es precisamente ahí donde se adquieren las primeras nociones del amor y el respeto por los demás.
Nuestro ejemplo es determinante para el desarrollo de la personalidad de nuestros hijos, pues son un lienzo perfecto que debemos saber pintar.
En el colegio aprenderán materias como lenguaje, ciencias sociales o naturales, música, historia, matemáticas y, a medida que vayan transcurriendo los años, seguramente vendrán materias como álgebra, química, física, entre otras, pero los valores éticos y morales serán determinantes a lo largo de toda su vida.
A los niños debemos hablarles con amor y paciencia, ser comprensivos y tolerantes. Los padres tenemos que saber la manera adecuada de llegar a ellos a través del dialogo y como adultos debemos ponernos de acuerdo sobre la manera de educarlos, pues debemos evitar desorientarlos con posibles contradicciones de pareja, de esta manera también comprenderán que tanto el papá como la mamá expresamos lo mismo. Esta demás recalcar que la mejor manera de enseñar es con el ejemplo, no es bueno decir una cosa y hacer otra, si en casa nos ven discutir todos los días y escuchan groserías, si permitimos que vean películas violentas, si les prometemos algo y no cumplimos, si mentimos todo el tiempo, pues no podemos pretender que en el colegio tengan un comportamiento distinto. Por esta razón insisto que en el colegio ellos aprenderán distintas materias, mas no el respeto y los buenos modales y esto podría ser un obstáculo para su normal desarrollo.
Me animo a decir que, por norma general, los padres educados tienen hijos educados.
Tampoco se trata de ejercer presión y mucho menos violencia para enseñar a nuestros niños, de lo contrario estaríamos cometiendo una suerte de tiranía familiar. Los hijos deben aprender que, con una sonrisa, se consigue más que con caprichos y rabietas.
El colegio es el primer círculo externo, donde los niños practican las relaciones sociales al comunicarse con otras personas, allí aplican todo lo que aprendieron en su hogar. Por lo tanto, es indispensable enseñar a los hijos a compartir con otros niños, y que prime el respeto y la tolerancia.
Entonces queda claro que el primer lugar donde se recibe educación es en el hogar, si la enseñanza fue esmerada y adecuada, los buenos modales no se olvidarán fácilmente y lo pondrán en práctica en el lugar donde se encentren.
Cuidemos el vocabulario que utilizamos, por lo menos delante de los niños, ellos repiten lo que escuchan en casa. Enseñémosles la importancia de solicitar las cosas con un “por favor” y siempre ser agradecidos… “dar las gracias”.
Debemos explicarles que la honestidad es la bandera que debe flamear en todo momento y, asimismo, la importancia del respeto hacia los demás, y cuando digo los demás no me refiero únicamente a las personas, sino también a los animales, a la naturaleza y a toda forma de vida.
A medida que van creciendo, debemos recordarles que deben ser pacientes y considerados con las personas adultas, mujeres en estado de gestación o con algún tipo de impedimento físico, cediendo el paso en la calzada o el asiento en las movilidades públicas si es el caso, a no hablar a gritos en la calle o en lugares públicos, no empujar a los peatones por muy apurados que se encuentren, no ocupar las aceras para charlas ocasionales, impidiendo el paso de los transeúntes, respetar la fila ya sea en una tienda o para tomar una movilidad, en el cine, teatro, etc., no interrumpir una conversación, respetar y cumplir con los anuncios (Silencio, No fumar, No comer, No tocar bocina, Prohibido estacionar, Prohibido el paso, No tire la basura, etc.).
Por otra parte, y no menos importante es que nunca se debe avergonzar a los niños llamándoles la atención en presencia de otras personas, además de afectar su autoestima, corremos el riesgo de provocar una futura rebeldía.
“Se corrige en privado y sin ofender, menos humillar y se felicita o elogia en público”.
Si nuestros niños ven cómo papá respeta y cuida a mamá, no es necesario que les diga lo demás…
Si logramos que nuestros hijos crezcan en un entorno amoroso y de mucho respeto, tendremos ciudadanos de bien, útiles a la sociedad y sobre todas las cosas personas felices y con un futuro exitoso.
Georgette E. Bretel de Aliaga
Escritora y experta
Ceremonial, Protocolo,
Etiqueta y Comportamiento Social