Hablemos del “Usurpador”

Cuando hablamos de Chile, por lo general recordamos el daño que este país nos ha causado con la “usurpación” de nuestro litoral. Popularmente solemos referirnos a Chile como a nuestro principal enemigo. En lo personal, yo no comparto esta opinión de “aborrecer” a Chile, es más, pienso que hemos tenido peores vecinos a lo largo de nuestra historia (por ejemplo, Argentina o Perú). No olvidemos que Chile ofreció múltiples alianzas a Bolivia antes de la Guerra del Pacifico, pero por malas decisiones políticas decidimos aliarnos con Perú, sellando de esta manera nuestro destino. De igual forma, Chile nos ofreció múltiples soluciones para obtener una salida marítima, empero fue Perú quien se opuso y complicó todas.
Chile siempre me pareció un ejemplo a seguir en la región, en muchos aspectos. Es un país que tiene una seguridad jurídica bien establecida, una economía próspera y goza de una identidad nacional propia (no siguiendo esa vaga identidad latina). Cabe recalcar que Chile no siempre gozó de estabilidad económica y progreso continuo. Es más, fue un país con serios problemas de desarrollo por años. Esta fue la tendencia hasta los años setenta, ese fue el momento que se dio el cambio definitivo para Chile.
En la década de los setenta, Chile estaba en una peor situación que nuestro país. No existía un despegue económico y la presencia de la inflación empezaba a perjudicar al pueblo chileno. Fue en plena crisis política y en un contexto de Guerra Fría, que en el año 1973 el General Augusto Pinochet encabezó un golpe de Estado para deponer al desastroso gobierno de Salvador Allende. Fue en la gestión Pinochet que Chile empezó a tener un crecimiento sostenible y una economía atractiva para las inversiones extranjeras. Si bien es cierto que la gestión de Pinochet fue muy autoritaria, ésta logró que Chile obtenga un gran progreso económico y que sea el país fuerte que hoy conocemos. Gracias a la implementación de una correcta seguridad jurídica y políticas económicas bien ejecutadas (el modelo de los “Chicago Boys” y las políticas de Milton Friedmann fueron ejecutadas de manera impecable y se les dio el tiempo necesario para generar un cambio de verdad), Chile pudo crecer sosteniblemente.
Los 17 años de la gestión Pinochet le permitieron dar a Chile un salto de desarrollo, cambiando de esta forma la tendencia al estancamiento y subdesarrollo de los países latinoamericanos. Si bien fue una dictadura muy autoritaria, ésta logró que su país prosperara en el tiempo. Cuando se habla de Chile se tiene una imagen positiva y diferente de la de todos los países de Latinoamérica. Tal vez lo único a reprocharle al General Pinochet es que su modelo dejó a Chile como un “subalterno” en la política mundial, no como un actor principal. Gracias a su modelo, Chile es un país próspero, pero jamás podrá llegar a ser una potencia regional. Bolivia pudo tener una historia similar a Chile, sin embargo, es aquí donde se ve el éxito de los gobernantes.
La primera gestión de Hugo Banzer se caracterizó por el crecimiento y el despertar económico de Santa Cruz. Empero, este proceso no fue terminado, por lo cual, si bien hubo progreso, no hubo un crecimiento sostenible real. Este es uno de los motivos por el cual soy creyente en que, para cambiar un país, se necesita tiempo y una gestión duradera, para aplicar políticas que sean beneficiosas a largo plazo. Tal vez de haber tenido un hombre como Pinochet (y no Banzer), nuestra historia sería diferente. Uno de los hitos de Pinochet fue su Constitución, la que le generó a Chile grandes beneficios.
El pasado domingo, Chile rechazó la nueva vulgar propuesta de Constitución, de esta forma “posponiendo” su hecatombe. Cambiar la Constitución hecha por Pinochet es un error, pues ésta ha traído grandes resultados. Esperemos por “el bien del vecino”, que su futura Constitución no sea distinta a la actual. De lo contrario estaríamos ante el principio del fin de la estabilidad económica y social de Chile.