El conflicto entre cocaleros de La Paz no solo se ha convertido en una situación de enguerrillamiento entre dos sectores campesinos de los yungas paceños, sino también en un asunto de casi imposible solución, por lo que el embrollo amenaza con extenderse durante mucho tiempo más y convertir a Villa El Carmen –donde está ubicado un segundo mercado, ilegal, de venta de la hoja– en campo de batalla.
El caso dura casi dos meses, con combates, gasificaciones, marchas, choque de facciones, toma de edificios, malestar de la población y otros aspectos negativos. Peor aún, la sintomatología del conflicto –que se intensificó porque uno de los sectores en disputa pide que sea cerrado ese segundo mercado– amenaza con durar mucho tiempo, sino agravarse.
En efecto, pese al tiempo de duración, las numerosas iniciativas y esfuerzos oficiales para resolver el problema han caído en saco roto, sin que se haya podido encontrar una solución de fondo, para evitar que la sangre llegue al río. De otro lado, las partes en disputa no quieren ceder ni un milímetro en sus posiciones antagónicas. Sin embargo, si llegara el caso –poco posible, por supuesto– que se tratara de encontrar una solución lógica a la cuestión, sería necesario enfocarlo no empírica sino razonablemente, considerando el asunto en forma global y con sindéresis.
El problema de Adepcoca no solamente tiene que ver con el comercio de la coca, sino que es parte de un conjunto de varios aspectos económicos. Es sabido que la producción y el consumo de la hoja (maldita para unos y bendita para otros) son libres casi en absoluto. Pero, la parte de la comercialización no es libre y constituye un monopolio bajo dependencia estatal. En tal sentido, algunos entendidos en el tema arguyen que, solamente liberando la comercialización del producto, el funcionamiento ordenado de los engranajes de la economía pondría fin a la crisis en dicho sector.
La sugerencia para que se mantenga el actual sistema legal y se legalice un segundo mercado de venta de coca, tampoco solucionará el embrollo y, en cambio, lo agravará, en detrimento, particularmente, de los vecinos de Villa El Carmen, cuyos pobladores al no poder realizar sus actividades de manera normal soportan todo tipo de perjuicios.