Daños a la salud de personas por el consumo de peces contraminados, el deterioro de territorios y regiones de donde se extrae el oro, son solo algunos efectos identificados por representantes del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS) por el uso de mercurio en la explotación de oro en los ríos Madre de Dios y Beni, en la Amazonia Norte de Bolivia, durante un conversatorio que abordó esta temática.
El conversatorio, que se realizó el pasado viernes 9 de septiembre en Riberalta, en la Amazonia Norte de Beni, abordó temas relacionados a los impactos que el mercurio tiene en la población de esta región del país; la comercialización de este elemento y los impactos que está generando en las cuentas de los ríos Madre de Dios y Beni; y la situación de la minería aluvial aurífera en el Territorio Indígena Multiétnico II (TIM-II), en Pando.
Los datos presentados por el director Ejecutivo del CEJIS, Miguel Vargas, muestran que, en 2021, en los 170 kilómetros del tramo el río Madre de Dios, que atraviesan el TIM-II, solo 14 de las 180 balsas que trabajan en la extracción de oro operaban de forma legal al interior de las dos autorizaciones transitorias especiales otorgadas por el Estado.
En la explicación del representante del CEJIS, este número de balsas se incrementa en época seca (o de estiaje), cuando disminuye el volumen y el caudal del agua del río; además de que las organizaciones indígenas y comunidades habrían alertado de incremento del número de balsas en agosto de este año a más de 200.
La presencia de estas balsas mineras estaría ocasionando la contaminación del Madre de Dios, además del río Beni, y por ende de la fauna acuática que ahí habita, con elementos como el mercurio y los aceites y gasolina que se vierten en el agua, o que son arrastradas desde las orillas de estos ríos.
Asimismo, esta contaminación, especialmente por mercurio, también afectaría a la salud humana por efecto de la bioacumulación de este elemento en los peces que se extraen de ambos ríos, así como de sus afluentes que llegan al departamento del Beni y La Paz, y son consumidos tanto por las y los pobladores de las comunidades indígenas que habitan en las riberas, como en las urbes a donde llega esta producción.
En palabras del biólogo, Vincent Vos, quien también participó del conversatorio, la bioacumulación del mercurio ocurre en el momento que los peces consumen el mercurio echado a los ríos; y a su vez, este pez contaminado es ingerido por otro de mayor tamaño, siguiendo una cadena que llega hasta las personas que consumen estos peces y, con ello, toda la acumulación del elemento químico.
El mercurio es el elemento esencial usado en la minería aurífera para separar el oro de la roca, arena u otro material al que se encuentre adherido. Ambos, el oro y el mercurio, se mezclan en una amalgama que luego es calentada, ocasionando la evaporación del mercurio y dejando el oro.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 Bolivia exportó 53,3 toneladas de oro por un valor de más de $us 2.5 millones, siendo el principal producto exportado, mayor aún que el gas natural, el zinc y los productos derivados de la soya.
Para el investigador del CEDIB, Pablo Villegas, las principales áreas de explotación de oro, así como de contaminación ocasionada por el mercurio, coinciden con las áreas donde se tienen registro de la presencia de pueblos indígenas en estado de aislamiento voluntario en las tierras bas; además de los departamentos del occidente del país que tradicionalmente se dedican a la minería.
Bolivia es uno de los 24 países que suscribió el Convenio de Minamata, que entró en vigencia en 2017. Este convenio establece que los Estados debe realizar esfuerzos para eliminar, de forma paulatina, la importación, uso y disposición del mercurio, por su nivel de toxicidad y los impactos que este ocasiona sobre la salud de la ciudadanía demás del medio ambiente. (Cejis).
Cejis: Uso del mercurio daña salud y territorios indígenas en Amazonia
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