Durante mucho tiempo, el hombre ha ejercido un rol no solo dominante dentro de nuestra sociedad, sino que se ha constituido en la máxima autoridad dentro del núcleo familiar, pues era él quien tomaba decisiones por sobre cualquier deseo o intensión de algún miembro de la familia, especialmente cuando se trataba de las mujeres de su hogar.
Por muy injusto que hoy pueda parecernos, era él, quien tenía la absoluta potestad no solo de permitir ciertos comportamientos, sino de aprobarlos o reprobarlos.
Actualmente, en algunas sociedades, especialmente donde la religión tiene un matiz patriarcal, la mujer sigue a rajatabla las decisiones del varón, constituyéndose en una obligación bajo sanción no solo moral sino física, con un lamentable consentimiento y aprobación de su sociedad. Entiéndase que patriarcado es el predominio de la autoridad que ejerce un varón sobre un grupo de personas, específicamente sobre las mujeres y los niños.
Hoy en día, como mujeres podemos desarrollar tareas que antes no se nos permitía, era imposible pensar en tomar decisiones dentro del hogar y, peor aún, en actividades profesionales, que de hecho era un escenario imposible al que no teníamos acceso. La misma educación no nos era permitida.
Ya que lo mencioné, la educación es un privilegio que no todas las mujeres del mundo pueden disfrutar, lamentablemente hasta hoy, existen algunos países en los que castigan a cualquier mujer que pretenda estudiar y superarse.
Pero, por qué en esta oportunidad hago referencia a estos temas tan ingratos… desde luego mi intención no es de confrontación o buscando una revancha y mucho menos alentarla, lo único que pretendo es referirme a la evolución que gracias al esfuerzo y sacrificio de muchas mujeres, a lo largo de este tiempo hemos podido lograr.
Antes, la mujer no podía salir de casa sin compañía, era mal visto… hasta hoy, en las sociedades musulmanas más recalcitrantes, la mujer no puede salir a la calle si no es en compañía de un varón de la familia.
En otrora, era el padre o en su caso el hombre de la casa, que bien podía ser un hermano e incluso tío, quien tenía la potestad de elegir esposo para las hijas sin importar los sentimientos que hoy tanto valoramos, era impensable no acatar la decisión impuesta por un varón amparada y consentida por una sociedad muda y cómplice que hoy podemos considerarla poco evolucionada.
Pero, también podemos referirnos a la caballerosidad que fácilmente se podía confundir con el machismo, incluso hasta nuestros días.
Hay quienes piensan que la caballerosidad no es necesaria, hay mujeres que no aprueban la caballerosidad, pues sienten que no necesitan de ningún tratamiento especial por considerarse totalmente autosuficientes, hasta el punto de ofender al varón que desea ser atento.
Todo extremo es malo. Si en algún momento la mujer no tuvo voz ni voto, hoy lo tiene, hoy la mujer no solo puede asistir y formar parte en empresas e instituciones, incluso hoy ocupamos cargos importantes dentro de los gobiernos, hemos demostrado que nuestra capacidad es igual o mejor en muchos casos a la del varón, esto únicamente depende de la voluntad de superación de cada persona, sea hombre o mujer.
Hoy la mujer puede hablar y expresarse libremente, hoy la mujer puede iniciar libremente una conversación, un debate, y me resulta bastante absurdo escribir todo esto, pero si nos ponemos a pensar, hace algunos años hubiera sido un delito.
Pensar que una mujer no puede sostener una conversación o más bien no puede dar inicio a una conversación es más que reprochable, machismo puro… algunos sostienen que es el varón quien debe iniciar una charla y no así la mujer… sostienen que es parte de la caballerosidad… tan absurdo como para comentar al respecto.
Actualmente, por increíble que parezca, hay miles de mujeres en el mundo que no pueden viajar sin la autorización de un familiar masculino, otras no tienen permitido conducir un vehículo y lo más triste es que aún hay mujeres que tras ser víctimas de abusos sexuales terminan en la cárcel y hay aquellas que son entregadas por sus padres para pagar deudas…
El mundo ha cambiado, y las mujeres hemos demostrado que podemos ir mucho más allá.
Cuando un caballero nos permite el paso por delante, es una atención al igual que cuando nos abre la puerta de un vehículo o para ingresar o salir de un recinto, son fórmulas de caballerosidad que poco a poco se desvanecen en el tiempo. Antes los caballeros no permitían que las damas paguen la cuenta de consumo en algún restaurante, cine o cualquier otro lugar donde fuese necesario hacerlo, eso no nos hacía menos, simplemente era parte de la gentileza de un caballero, pero entiéndase bien que no estoy expresando algún tipo de pena o arrepentimiento por el hecho de que ahora nosotras mismas podemos pagar nuestras cuentas y ya no gozamos del beneficio de estar exentas de cualquier estipendio, simplemente hago alusión a como cambiaron las cosas.
Estoy segura que si hacemos una encuesta y hacemos preguntas como por ejemplo: Qué posición debe ocupar una dama cuando camina por la calle junto a un caballero… muchos saben la respuesta, pero una gran mayoría no la sabe, incluso se cuestiona si tiene sentido la pregunta.
La caballerosidad era tan importante, que un varón llevaba consigo dos pañuelos, uno era para su uso personal y el otro para brindarle a una dama en caso de ser necesaria… Antes de salir de casa el varón ya pensaba en ser cortés con cualquier dama que se le cruzase en el camino.
El varón tiene sus propias características al igual que la mujer, buscar la igualdad de género me parece absurdo, pues la mujer es femenina y tiene sus propios encantos y atributos al igual que un hombre que es varonil y de distinta contextura, lo que sí se debe buscar es la igualdad de derechos y oportunidades en todos los campos, pues nuestras capacidades no son distintas.
Las damas podemos iniciar una charla, no debemos esperar y menos es necesario que un varón lo haga primero… es un simple tema de criterio.
Georgette E. Bretel de Aliaga
Escritora y experta
Ceremonial, Protocolo,
Etiqueta y Comportamiento Social
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