martes, octubre 1, 2024
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Día de la Hispanidad

Hace algunas décadas, el 12 de octubre celebrábamos el día de “La Raza” o de la “Hispanidad”, conmemorando la fecha en la que llegaron los españoles a América y cambiaron la historia. El arribo de los hispanos determinó que éstos trajeran una cultura heredera de la cultura greco-romana-judeo-cristiana, cultura que se ha impuesto en casi todos los países del mundo, con algunas diferencias de los transmisores, sean hispanos, anglo-sajones, galos y francos u otros.
La colonización española de América, significó en buena medida la mezcla de la cultura hispana con las de los pueblos colonizados, los que adoptaron la religión cristiana y el rico idioma español o castellano, aunque el castellano era el idioma del reino de Castilla que luego fue unificado a otros reinos que constituyeron el imperio de España. La adopción de la cultura hispana-europea le dio a América o Indoamérica, como la definió el peruano Mariátegui, su característica de sincretismo que pervive muy fuerte hasta estos tiempos, pese a la aparición de corrientes indigenistas que pretenden sacudirse de la influencia de la cultura occidental a título de “descolonización”, cuando este término se refería al neocoloniaje económico y político que primó hasta la década de los años ochenta del pasado siglo, en los que se derrumbó el socialismo-comunismo de la ex Unión Soviética y sus aliados.
Ya la Revolución Nacional de mediados del siglo pasado, entre sus medidas de cambio, les dio a los entonces más de 3 millones de indígenas, varones y mujeres, la condición de ciudadanos con plenos derechos y obligaciones, en una medida de redención desde los tiempos del imperio incaico, en el que existían los estamentos sociales por origen de nacimiento y clase social.
Ya desde los tiempos de la Revolución Nacional, aparecieron algunas corrientes indigenistas, así en la VII Convención Nacional del MNR en 1957, alguien propuso la alfabetización de los indígenas en su lengua nativa, a lo que el Dr. Walter Guevara Arze, uno de los dirigentes más talentosos de la revolución, y que dominaba el quechua, argumentó lo siguiente: “El pretender solamente que lo que queda de la cultura quechua y aymara va a significar cultura para nosotros, sería un error… ¿Se debería incrementar los idiomas quechua y aymara y enseñar a los niños campesinos a leer en su idioma o, por el contrario, debemos castellanizar a esa población para que pueda incorporarse a la civilización occidental? Mi criterio es que los idiomas aymara y quechua no nos servirán en el futuro para crear un estilo cultural que combine los elementos nacionales con los milenarios de la cultura occidental”.
Ciertamente el idioma español, ha sido el vehículo de liberación de los indígenas, que en 1950, cuando la población del país era algo más de 3 millones de individuos, un millón y medio hablaba solo quechua y un millón solo aymara, el resto era bilingüe o de habla hispana. (Datos de J. Dunquerley en su libro “La Rebelión en las Venas”). Hoy casi el 100% de los indígenas habla el español.
La cultura occidental es la más influyente el mundo de este tiempo y países que han dejado atrás su atraso, como China, Corea y otros, se han occidentalizado, de tal manera que los “indigenismos” resultan un retroceso y peor si éste tiene un tinte racista y anti cultura en general, como el que propone el señor David Choquehuanca Céspedes, que ataca a los no indígenas o mestizos, y aconseja no ir a la universidad y otras posturas ilógicas en esta era del conocimiento.
Cuando este servidor estudiaba en la universidad, el 90% era gente de apellido hispano, hoy en las universidades la mayoría de los estudiantes, tiene apellidos autóctonos y cientos de profesionales de ese origen, desempeñan con éxito labores profesionales especializadas, como en los hospitales, centros de salud y otras dependencias de diversas actividades.
El discurso anti hispano que afecta a la mayoría de la población, debe ser superado, retornando a la filosofía revolucionaria de 1952, donde todos los bolivianos sin distinción de sexo, origen étnico, rasgos somáticos, etc., somos bolivianos y, en consecuencia, compatriotas.
Ya el insigne protomártir de la independencia cubana José Martí sentenció: “a mí no me hablen de razas, porque éstas no existen”.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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