miércoles, diciembre 4, 2024

EL CEREBRO

Teoría Biopsicológica

 

Estructuras principales del encéfalo

 

El tronco cerebral es la estructura principal que media la función de la atención. En su interior existe una espe­cie de canal recubierto interiormente por una red de neuronas que constituyen la estructura denominada sistema reticular activante. El cerebelo es el centro de la coordinación motriz fina así como del equilibrio; pero no interviene di­rectamente en la capacidad motriz, pues de esa función se hacen cargo otras estructuras. El cerebro contiene estructuras tales como la corteza cerebral, la sustancia blanca y el sistema límbico.

 

La corteza cerebral es la capa superior del cerebro; está formada por una masa de tejido de color gris rosáceo (los cuerpos celulares), por lo cual se denomina también materia gris. Por debajo de la corteza cerebral se encuen­tra la sustancia blanca formada por axones; su coloración se debe a la capa de mielina que las cubre y tienen la función de comunicar todas las zonas del cerebro, tanto en forma longitudinal como transversal y asimismo de la cor­teza con la sub-corteza.

 

La corteza cerebral presenta una apariencia arrugada en la que se ob­servan circunvoluciones delimitadas por surcos y pliegues profundos denomi­nados cisuras. Si se la extendiera, mediría aproximadamente 50 X 50 cm. Su espesor no es uniforme, varía desde 1 mm en las partes profundas hasta 4,5 mm en las partes superficiales. Otros datos dignos de ser conocidos son estos la capacidad de memoria del cerebro es de 35.000 millones de gigabytes. Sus 100.000 millones de neuronas pueden hacer posible que se esta­blezcan unos cien trillones de conexiones entre las ramificaciones de las neuronas. Finalmente, se requiere de un suministro continuo de glucosa y oxígeno, contenido en la sangre arterial, para sus diversas funciones.

 

Los lóbulos cerebrales

 

Los lóbulos cerebrales son extensiones delimitadas de corteza cerebral que coinciden con las divisiones craneales y reciben de ellas su nombre. Son cuatro pares: lóbulos frontales, lóbulos parietales, lóbulos temporales y lóbulos occipitales; cada par está distribuido en ambos lados del cerebro: hemisferio derecho y hemisferio izquierdo. A esos cuatro se añaden los lóbulos de la ín­sula, que no se ven exteriormente pues están ubicados en el fondo de la cisura de Silvio formando una especie de base. Para facilitar la descripción di funciones se suele hacer referencia a los lóbulos solamente en número grama­tical singular: el lóbulo.

 

El lóbulo frontal ocupa la mitad anterior de la corteza: detrás de él y se­parado por la cisura de Rolando, está el lóbulo parietal. Detrás del lóbulo pa­rietal se encuentra el lóbulo occipital. Finalmente, en la parte inferior se en­cuentra el lóbulo temporal, el cual está separado del lóbulo frontal por la ci­sura de Silvio.

 

El lóbulo occipital está especializado en la percepción visual: el lóbulo temporal, en la audición; el lóbulo parietal, en la percepción táctil, la ima­gen corporal y la posición del cuerpo, pero también recibe e integra diferen­tes modalidades sensitivas. En general, esos tres lóbulos se especializan en la percepción, y sus partes limítrofes tienen funciones complejas y combinadas, como por ejemplo la región parietotemporooccipital derecha; esta región rea­liza funciones de síntesis espacial compleja y simultánea.

 

El lóbulo frontal está constituido, en primer lugar, por la corteza motón (una franja ubicada delante del lóbulo parietal), esta tiene a su cargo la fun­ción del movimiento corporal. En segundo lugar, el lóbulo frontal está cons­tituido por la denominada corteza prefrontal, la cual ocupa el resto del lóbulo frontal. Esta parte está especializada en funciones intelectuales y volitivas (referidas a la voluntad); es el centro de los tipos más complejos de actividad discursiva abstracta. Entre sus funciones específicas están las de planeación, juicio, resolución de problemas, control, regulación y verificación de la conducta; en este último caso, verifica la actividad consciente, comparando los efectos de las acciones con las intenciones originales y corrigiendo errores; pero también tiene funciones de control emocional.

 

Hemisferios cerebrales

 

EI cerebro visto por la parte superior muestra dos divisiones denominadas hemisferios: derecho e izquierdo. Ambos están separados por la cisura inter-hemisférica; pero en la parte inferior están unidos por el cuerpo calloso, que es una estruc­tura neurona! compuesta por fibras nerviosas de disposición transversal, en una cantidad aproxi­mada de 200 millones.

 

Los descubrimientos iniciales acerca de las diferencias en las funciones psicológicas y especializaciones de ambos hemisferios se deben a Roger Sperry, neurobiólogo del Instituto Tecno­lógico de California, quien a raíz de sus estudios obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medici­na en 1981. Al estudiar a personas a las que se les había seccionado la comi­sura inter-hemisférica (cuerpo calloso) para controlarles sus crisis convulsivas, descubrió que cada uno de los hemisferios se especializa en el procesamiento de diferentes tipos de información y que cada uno de los hemisferios “siente, percibe, memoriza y conceptualiza en forma independiente”. Dicho sea de paso, el cuerpo calloso es la estructura que integra los tipos de procesamiento de ambos hemisferios, es la parte del cerebro que per­mite tener una experiencia consciente unificada.

 

En realidad, cuando se realiza alguna actividad manual o intelectual, el cerebro trabaja en forma integrada, se activan regiones de ambos hemisferios tanto en la parte anterior como en la parte posterior. Ahora bien, cada hemis­ferio aporta con su forma peculiar de procesar la información y con su especialización en la percepción de diferentes estímulos. Con respecto a estas di­ferencias, las investigaciones realizadas hasta el momento coinciden en afirmar que el hemisferio izquierdo se especializa en el lenguaje verbal, tanto en lo que se refiere a la compren­sión como a la producción del lenguaje, trabaja principalmente con representaciones fonéticas, semánticas y sintácticas; también se especializa en el pensamiento lógico deductivo, en la solución racional de problemas y en la percepción de la dimensión temporal de los hechos.

 

Procesa la información en forma lineal (una cosa a la vez) y secuencial (una cosa después de otra en forma ordenada) en estrecha relación con la percepción del tiempo; igual­mente procesa la información por análisis, eso significa descomposición del estímulo en sus partes componentes o en sus mínimos detalles, y por esa mis­ma razón tiende a un tipo de procesamiento digital de la información, en una forma parecida a la que usan los ordenadores con su código binario.

 

El hemisferio derecho favorece el pensamiento intuitivo y añade un alto componente emocional a la solución de los problemas. Se especializa en la percepción del espacio y en la comprensión del lenguaje icónico, aquel que usa figuras para representar la realidad. Procesa la información en forma holística (es decir por totalidades) y en forma difusa (varias cosas a la vez); también procesa la información por síntesis; o sea, por la unión de las partes en un todo y la comprensión unitaria de estímulos complejos. Finalmente, procesa la información en forma analógica; es decir, por comparación, en contraste con el hemisferio izquierdo, que lo hace en forma digital.

 

Cada hemisferio domina los movimientos del lado contrario del cuerpo, pues en la parte inferior del tronco cerebral, en el bulbo raquídeo, en la parte correspondiente a la pirámide, se produce el cruce de fibras nerviosas que descienden del cerebro, de derecha a izquierda y viceversa, aunque no en su totalidad: a ese cruce se le conoce como la decusación de las pirámides.

 

Adicionalmente consideremos otras funciones diferenciadas de los hemisferios cerebrales. Por ejemplo, el hemisferio derecho podría estar más implicado en acciones automáticas o inconscientes y ser más sensible al ma­terial fuera del foco consciente de la atención; en cambio el hemisferio iz­quierdo podría estar más implicado en procesos altamente conscientes que requieren de conducta intencional y de enfoque de la atención. Esto se deduce a partir del hecho de que personas con lesión en el hemisferio izquierdo tienen dificultades con la escritura ejecutada de modo consciente, mientras que personas con lesión en el hemisferio derecho tienen dificulta­des con la escritura automática, como por ejemplo con la firma. Por otra par­te. Goleman afirma que la parte anterior del hemisferio derecho es el centro de los sentimientos negativos y la parte correspondiente del hemis­ferio izquierdo es el centro de los sentimientos positivos.

 

El Sistema Límbico

 

El sistema límbico es un conjunto de varias estructuras subcorticales que están ubicadas en la parte inferior de los lóbulos frontales y los lóbulos tem­porales, rodeando al tallo cerebral, por lo cual también recibe el nombre de anillo límbico. Entre sus estructuras se pueden mencionar la amígdala, el hipocampo, el área septal (o septum), partes del tálamo y otros. Cuando nos encontramos furiosos, enfadados o extrañamente calmados, mostramos reac­ciones que están controladas por el sistema límbico.

 

Sus funciones están relacionadas con la expresión y el sentimiento sub­jetivo de las emociones así como con conductas que satisfacen ciertas nece­sidades motivacionales y emocionales, incluyendo la lucha, el escape, la ali­mentación, la sed, el deseo sexual y el placer sexual.

 

La amígdala es un racimo en forma de almendra (de ahí su nombre) de estructuras interconectadas que se asientan sobre el tronco cerebral, cerca de la base del anillo límbico. Existen dos amígdalas, una en cada hemisferio, y están relacionadas con el miedo y el temor, emociones funda­mentales para la supervivencia, además de la ansiedad, la apreciación emo­cional del contexto y la conducta emocional. Su estimulación puede provo­car conductas agresivas como respuesta al temor y la ansiedad. Si quedara separada del resto del cerebro o sufriera lesión, el resultado sería una notable incapacidad para apreciar el significado emocional de los acontecimientos (una especie de ceguera afectiva) y una disminución severa de la conducta tanto emocional como de interacción social. Esta estructura neuronal es la especialista en asuntos emocionales: pero también se la considera como el almacén de la memoria emocional.

 

La amígdala provoca la secreción de las hormonas que facilitan la reac­ción de ataque o furia; por ejemplo, la secreción de norepinefrina para elevar la reactividad de las zonas del cerebro que hacen que los sentidos estén más despiertos y el cerebro en alerta. Moviliza los centros del movimiento y ac­tiva el sistema cardiovascular, los músculos y los intestinos. También influye en el tronco cerebral para que paralice los movimientos inconexos de los músculos, acelere el ritmo cardiaco, eleve la presión sanguínea, disminuya la respiración y haga que el rostro adquiera una expresión de temor. Simultá­neamente, los sistemas de la memoria cortical se ponen en marcha para recu­perar cualquier conocimiento importante para la emergencia del momento. La extensa red de conexiones de la amígdala le permite dirigir gran parte del res­to del cerebro, incluida la mente racional, durante una emergencia emocional.

 

Otra estructura del sistema límbico es el hipocampo. El hipocampo está relacionado con la memoria, es un depósito clave para ella, proporciona una memoria perfecta del contexto vital; si sufre daño, se produce amnesia. El septum, otra estructura del sistema límbico parece estar relacionada con sentimientos de placer. En la obra de Papalia se afirma que su estimulación produce mansedumbre y su lesión, ira.

 

La corteza prefrontal, que es parte del lóbulo frontal, también parti­cipa del sistema límbico a través de numerosas conexiones con estructuras del anillo límbico. En general cumple la función de regular las emociones, contener los estallidos emocionales y proporcionar la base neuronal para que una persona ejerza dominio de sí misma.

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