miércoles, julio 17, 2024
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Pandillas juveniles e inseguridad ciudadana

El fenómeno de las pandillas juveniles en la ciudad de La Paz data de los años noventa, pero en los últimos años se ha convertido en un problema más complejo y difícil de abordar. Aunque no todas las pandillas están involucradas en actividades delictivas, su presencia y accionar en los barrios provoca inseguridad ciudadana.
Las pandillas juveniles existen porque los jóvenes se sienten incomprendidos, aislados y buscan entre sus pares sentirse reconocidos, entendidos y, sobre todo, escuchados. Por eso se unen a las pandillas, ya que logran tener similares objetivos y pensamientos. Actúan de acuerdo con sus ideales o incluso solo por instinto de sobrevivencia, en ambientes que muchas veces se tornan violentos.
Según el Gobierno del Condado de Arlington (2018), los jóvenes empiezan desde los nueve o diez años a unirse a las pandillas, porque les parecen convenientes; aunque otros no estén de acuerdo con ellos. Entre las causas para ello tenemos: la falta de comunicación y comprensión entre padres e hijos, la desintegración familiar, las malas compañías, la búsqueda de pertenencia a grupos en busca de protección, para ganar dinero, estar con amigos y evitar el abandono en el que se sienten muchos jóvenes.
No todos los jóvenes y señoritas son “disociales” o “potenciales delincuentes”, pero es innegable la presencia de cientos de ellos, según datos estadísticos sobre la comisión de delitos, faltas y contravenciones, como peleas, robos, hurtos, atracos, carreras de autos, drogadicción, consumo de alcohol y prostitución. También existen casos en los que se asocia a las pandillas con delitos como violaciones, robo agravado, trata y tráfico de personas, hasta homicidios.
Los jóvenes que se involucran en tales actividades no toman en cuenta que las mismas conllevan procesos de exclusión, problemas psicológicos, conflictos sociales y estigmatización, además de su posible captación por el sistema de justicia y, en casos extremos, la pérdida de la vida.
Frente a esta realidad, la población paceña constantemente se siente amenazada por jóvenes pandilleros, lo que preocupa bastante por altos niveles de violencia, peligrosidad y criminalidad. Muchos de estos grupos dejaron de ser solo de varones, hay pandillas conformadas por mujeres o mixtas, con participación de adolescentes que deciden huir de sus hogares.
Ante esta situación, es necesario aplicar políticas públicas a cargo de diferentes instituciones estatales. Mediante actividades participativas que ayuden a mejorar el comportamiento de estudiantes de secundaria, talleres con padres de familia, donde se observe las causas y consecuencias del comportamiento juvenil, mecanismos de prevención antes del surgimiento de pandillas juveniles. Charlas sobre influencia del hogar en el comportamiento de los estudiantes, acciones para evitar la disfuncionalidad familiar, prevenir el abandono familiar e iniciar un programa focalizado en las pandillas en los hogares de rehabilitación para menores, que busque la reincorporación de los adolescentes en la sociedad, como sujetos responsables y respetuosos de las leyes.
La política pública propuesta debe estar dirigida a enfrentar el fenómeno de las pandillas juveniles y separarse de las políticas de tratamiento del crimen, ya que su procedimiento debe ser social y cultural, más que represivo y policial. Las pandillas juveniles no representan al crimen en sí mismo, sino que son un fenómeno que tiene como objetivo “dar un sentido a la vida sin sentido ni oportunidades”. Y como una de sus manifestaciones, corren el riesgo de incursionar en el crimen.

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