Una creencia muy común es que cuando se toma vino blanco, la copa debe ser sostenida por el tallo (fuste, espiga), mientras que, en el vino tinto, el cáliz debe hacerse reposar en la palma de la mano, con la espiga entre los dedos centrales.
Además, que esta idea la vemos reforzada por lo que constantemente vemos en películas, donde los actores creyendo ser muy respetuosos de la etiqueta lo hacen de este modo. La justificación que se da es que, de esta manera, se le traspasa parte del calor de la mano al vino, pero bueno, no todo lo que se ve tan elegante y lleno de glamour en la pantalla grande es correcto, ni James Bond se salva…
¿POR DÓNDE DEBO SOSTENER MI COPA?
La copa nunca debe tomarse por el cáliz. En primer lugar, si el vino está servido a la temperatura correcta, no hay razón alguna para aumentar su temperatura, y más bien, puede ser contraproducente, además de ello, es de muy mal gusto manchar la copa con la grasa natural de nuestras manos, es para eso que las copas tienen el tallo o espiga… para tomarlas de allí.
José Rafael Arango, renombrado sommelier colombiano, dice que hay tres formas de tomar la copa:
- Quienes lo hacen de la base, entre los dedos índice y pulgar, son los “profesionales”.
Y es que evidentemente el pie o base de la copa está reservado únicamente para los expertos catadores, quienes, a través de esta forma de sostener la copa, entre otras cosas, pueden hacer movimientos especiales y darle el impulso circular que requiere para liberar todos sus aromas y describirlo mejor.
- Quienes la toman por el tallo o espiga, son los “conocedores”.
Los dedos Índice y medio deben estar por enfrente del tallo, el pulgar, el anular y el meñique por detrás del mismo, de esta forma logramos hacer contrapeso para que no se nos vaya a voltear la copa de vino, principalmente si somos principiantes.
- Quienes la toman del cuerpo o cáliz, son los “chicheros”.
La parte ancha o cáliz es el recipiente que contiene el líquido, pudiendo ser agua, vino, cava, champán, etc.
Si tomamos la copa por el cáliz o cuerpo, lo único que logramos es que el vino se caliente con el calor de nuestra mano además de dejar nuestras huellas y marcar toda la copa, y ésta debe tener siempre un aspecto perfectamente transparente y prolijo además la única copa que se “abraza” es la copa de coñac o brandy que se cubre con la mano para templar y mantener tibio su contenido.
ALGUNAS RECOMENDACIONES
Antes de beber, debemos limpiarnos los labios con la servilleta para evitar dejar cualquier tipo de marca en la copa, como dije líneas arriba, la copa debe permanecer limpia y transparente.
Al terminar de beber debemos hacer lo propio, utilizar la servilleta para limpiarnos los labios.
Muchas personas piensan de manera equivocada que el dedo meñique se lo debe mantener paradito o fuera, piensan que es lo correcto o, peor aún, piensan que es una muestra de delicadeza y exquisitez, sin embargo, jamás debe estar parado cuando sostenemos una copa incluso tasas, vasos y cubiertos.
Si cae algo dentro de la copa la mejor opción es pedir que nos la retiren y la cambien por otra limpia. No sería correcto ponernos a “pescar” (con los dedos o con un cubierto) el “objeto” que ha caído dentro de la copa, a menos que sea un objeto de valor sentimental o económico como un anillo, una sortija y, aun así, se lo deberá hacer en privado, nunca en frente de los demás.
Las copas, al igual que los cubiertos, jamás se deben compartir con otros comensales, dar de beber a otra persona de nuestra copa es poco apropiado.
Si hay un cambio de bebida lo correcto sería cambiar también de copa. No es correcto trasvasar líquido de una copa a otra.
La regla de oro para saber qué tipo de vino va con cada tipo de comida es que, el vino no opaque el sabor de la comida, ni que ésta haga que perdamos el paladar y los aromas del vino.
El maridaje puede ser por afinidad y por contraste o complementación y, sin el ánimo de ingresar en el campo reservado exclusivamente para expertos sommeliers, me atrevo a decir que el mejor maridaje es cuando el plato y el vino casan perfectamente en nuestro paladar.
Por último, es de muy mal gusto sostener una conversación con una persona que se las da de experto conocedor de vinos y de estos hay muchos. Estoy segura que la discreción y sencillez en las personas es más importante y un verdadero experto sabe dónde y cuándo hacerlo y, sobre todo, es muy capaz de demostrarlo si es necesario.
Georgette E. Bretel de Aliaga
Escritora y experta
Ceremonial, Protocolo,
Etiqueta y Comportamiento Social