El año 2023, heredó problemas del año 2022. Por ejemplo, la crisis no resuelta de Santa Cruz; la división del Movimiento Al Socialismo y la ambición del jefe de este partido por reinar tras el trono, debilitando la gestión del mandatario Luis Arce Catacora.
En tal escenario, la oposición al oficialismo languidece y está a un paso de su propio entierro, porque no tiene un líder de mentalidad moderna y carece de un programa de gobierno original que sea acogido por las clases sociales de nuestro país.
El tercer gran problema es el castigo a la prensa nacional. Medios de prensa escrita, canales de televisión y radios, trabajan hoy pero no saben qué ocurrirá con ellos mañana. La incertidumbre también llega a los periodistas, atacados en el cumplimiento de su trabajo en el año 2022 y, en el año que empieza, amenazados por dirigentes y falsos periodistas.
La prensa nacional contra viento y marea, continúa informando y lo hace desde un punto neutral, sin tomar partido ni simpatías por tal político o por equis autoridad. La prensa nacional y sus periodistas, conjunto indivisible, está en un nivel positivo de información al pueblo de Bolivia pero, de ninguna manera propicia liderazgos, sean del oficialismo o de la oposición.
Factor que molesta a políticos de ambas corrientes pero que es saludable para la información de las clases sociales bolivianas.
Esperemos que este año 2023, sea positivo en la solución de los temas citados y que la opinión pública nacional proteja y aliente la incansable labor de los periodistas sin partido.
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