martes, septiembre 3, 2024
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Más leña al fuego de la crisis política

El país está convulsionado y sin destino conocido. Todos, izquierdistas y derechistas, montescos y capuletos, hacen su propia tarea. Las nubes en el horizonte son cada vez más negras. La nave del Estado navega sin timonel y sin brújula, zarandeada por la tempestad y haciendo aguas por todos lados.
Esa situación no es un espejismo. Es una realidad, que ya se gesta desde hace pocos años y que estalló hace algo más de seis meses con motivo de la convocatoria al censo nacional, medida que aumentó el oleaje del mar y duró hasta tres meses y derivó en la huelga general de Santa Cruz, que duró otros dos meses
No solo eso. Sino sobre mojado, llovido, se produjo el apresamiento del Gobernador cruceño, que trajo consigo otras crisis que duró casi un mes, en medio de hechos de violencia, protestas, manifestaciones, a lo largo y ancho del país. Es más, a ese intenso oleaje siguió otra ofensiva consistente en cabildos caracterizados por contener en su seno cargas explosivas de proyecciones incalculables y demandas increíbles, que no se habían manifestado antes, ni siquiera en vísperas de los sucesos de noviembre de 2019.
Para agravar ese panorama de intranquilidad, los sucesos de Santa Cruz trajeron bloqueos de caminos, paralización de transporte de alimentos y productos de exportación e importación, amenaza de hambre en las ciudades. No se dejaron esperar el alza de precios y escasez en los mercados, además de la suspensión del ingreso de alimentos del Perú, yungas, valles y altiplano a las grandes capitales del país.
Por si fuera poco, ese horizonte tenebroso, se oscureció mucho más por los sucesos de Brasil y Perú, pero, principalmente, porque el cocalero Evo Morales fue acusado de ingresar al Perú con sus acólitos para provocar disturbios con motivo de la crisis política por la destitución del presidente Pedro Castillo. Es más, Morales fue denunciado por introducir agitadores especializados y armados al territorio extranjero para provocar una supuesta “anexión del territorio del sur peruano a Bolivia”, con el exótico plan Runasur. Más aún, el caudillo de Orinoca fue denunciado por intervenir en asuntos de Estado de Perú, lo cual originó una crisis diplomática entre los gobiernos de La Paz y Lima.
Pero lo más grave de esta última crisis fue que la agitación de Evo Morales en Perú determinó una parálisis de la economía con bloqueo de caminos, grandes marchas, cierre de la frontera con Bolivia, lo que determinó que los alimentos destinados a La Paz y otras ciudades de Bolivia, se queden en medio camino, mientras poblaciones bolivianas estaban sometidas al hambre.
Esa imagen poco favorable para la actual situación de nuestro país, sin embargo, no ha terminado y pareciera que recién está empezando, por lo que el futuro podría ser aún más sombrío, aunque no se debe perder la esperanza en que se produzca algún milagro.
En síntesis, es posible considerar esa crisis, próxima a una situación política revolucionaria, que podría retomar al camino abandonado en 2019 o rectificar el curso actual, también alterado por divisiones y enfrentamientos internos en el tolderío gobernante. Un mejor resultado es posible, en caso de que sean calmados los ánimos y se deje de echar gasolina al fuego.

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