En el norte del departamento paceño, Teoponte, Tipuani, Cangallí etc., en una región subtropical, está la zona de explotación de oro aluvional de los ríos que cursan por esa región. Antes de la Revolución Nacional de 1952, esta zona aurífera estuvo dada en concesión a la empresa minera Aramayo Mines, pero decretada la Nacionalización de las minas de los tres Barones mineros, esas concesiones fueron entregadas a cooperativas mineras organizadas para tal efecto.
Desde la década de los años cincuenta del pasado Siglo XX, toda la región aurífera ha producido, seguramente, miles de kilos de oro en forma de pepitas y arenilla. Tuve ocasión de visitar esa región, cuando trabajé en el Ministerio de Minería, a modo de un momento de respiro de las labores que desempeñaba como autoridad, aprovechando la visita de una misión de la Academia de Ciencias de la entonces URSS y de la empresa soviética Machino Export, en un vehículo del entonces Banco Minero, con un académico y funcionarios de la Embajada soviética en Bolivia. Visitamos varias cooperativas con el dirigente Auzateng, me sorprendió gratamente ver abundante oro en pepitas que se vendía en una ventana de la oficina del Banco Minero, al que entregaban su producción los mineros cooperativistas. Banco estatal que prestaba un servicio importante, pero fue liquidado por impulso de nuevas políticas económicas.
La explotación del preciado metal fue perdiendo su formalidad y según un comentario de prensa de mayo de 1991, el 90% de la producción de oro se desvía al contrabando, al amparo precisamente de los decretos supremos 21.060 y 22.507 de libre oferta y demanda, pues ya no había venta obligatoria al desparecido Banco Minero. Esta declaración la hizo el entonces dirigente de la Federación Regional de Cooperativas Auríferas (FERRECO), Waldo Bustamante. En el año l990, según el Ministerio de Minería, la producción de oro fue de 5.257 Kg., y fueron exportados 4.172 Kg. Esta cifra de producción del metal se ha mantenido alrededor de ese volumen, que seguramente es mayor y persiste el contrabando.
En estos tiempos la producción de oro por las cooperativas mineras en el norte paceño, se ha distorsionado por la presencia de empresas de capital chino, que se asocian a las cooperativas que han crecido en número, ya que las empresas cooperativas por uno de sus principios no pueden asociarse a capitalistas, pues cada trabajador tiene su cuota de capital, al igual que los demás cooperativistas y nadie puede tener más ni menos. Por otra parte, las actuales cooperativas con la finalidad de beneficiarse de los altos precios internacionales del metal y sus concesiones, se han involucrado abiertamente en la política partidaria oficialista, vulnerando otro de los principios del Cooperativismo, que prohíbe el partidismo político.
Otra de las incomprensibles acciones del cooperativismo aurífero, es el avasallamiento de áreas protegidas y territorios indígenas, con la finalidad de expandir sus áreas de explotación, afectando gravemente el medio ambiente natural y los derechos de los habitantes indígenas, pues para el laboreo del oro, utilizan abundante mercurio que luego es echado a la tierra y aguas circundantes, deteriorando y envenenando el medio, provocando la desaparición de peces que alimentan a los indígenas, y envenenando el agua que beben. Las cooperativas mineras de Apolo, en sociedad con la Federación Única de Campesinos Túpac Katari, han hecho conocer su pretensión de que se abroguen las disposiciones de protección de las áreas protegidas y territorios indígenas, con la finalidad de explotar oro.
El que fue viceministro de Desarrollo Productivo Minero en la anterior versión del régimen populista, Víctor Flores, anunció la prospección y explotación aurífera en el río Madre de Dios, sin haber consultado a las comunidades indígenas, sin considerar lo que disponen las normas. Según la ex autoridad, la cuenca de ese rio tiene un potencial estimado de más de 5.4 millones de onzas troy de oro, para su explotación anual. Seguramente se ha procedido a tomar este río, como muchos otros, afectando los intereses nacionales y contribuyendo al erario público con bajísimos impuestos y regalías. Esto sucede en todo el país.
Los discursos “pachamamisticos” del régimen, son solo eso, discursos demagógicos, pues, en la realidad, el mismo gobierno con su política económica extractivista, fomenta la explotación “salvaje” de recursos naturales no renovables, no importa el costo de deterioro y empobrecimiento de tierras, aguas y bosques.
El autor es Abogado, Politólogo, escritor y Docente universitario.