viernes, noviembre 22, 2024
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Dar a la agricultura su debida importancia

En el inicio de cada año laboral nos planteamos numerosos desafíos; es un lapso para rectificar los yerros habidos y comenzar trabajos que por años han sido descuidados. Las consecuencias del descuido e indiferencia ante problemas urgentes las sufre todo el país. La presente gestión debería ser de realizaciones: retomar lo abandonado y emprender particularmente dos labores: la primera, reiniciar campañas en pos de que el campesinado retorne a sus actividades que, por cuestiones políticas y económicas, abandonó, y la segunda razón: acabar con la creencia de que las ciudades proporcionarán a los migrantes de áreas rurales óptimas condiciones de vida. Ambas situaciones no son ciertas, porque se pierde fuerza de trabajo en los campos y los progresos alcanzados en las urbes resultan mínimos frente a las múltiples obligaciones que los migrantes deben enfrentar.
El campo requiere la fuerza laboral del campesino, del indígena, que a su vez debe contar con semillas, abonos y equipos mecánicos necesarios para la siembra, el aporcado, la cosecha y otras obligaciones que demanda el desarrollo agrícola. Lo cierto es que los que acuden a las ciudades en pos de trabajo logran lo mínimo y en muchos casos son obligados a dedicarse a labores de servidumbre o al comercio minorista de subsistencia, mientras las obligaciones económicas aumentan. Finalmente, la calidad de vida en el campo podría ser mejor si las autoridades nacionales atendieran las necesidades más apremiantes de quienes todavía se dedican a la producción de alimentos o a la crianza de animales.
El campo agrícola, la hacienda, finca o propiedad, podría ser mejor que lo habido en cualquier ciudad. Esta verdad es conocida por los propios campesinos y esa experiencia debería servir para darles condiciones favorables que los motiven a retornar a sus áreas rurales. El Gobierno tendrá que impulsar programas de ayuda para el retorno de familias campesinas a sus lugares de origen y, además, proporcionarles herramientas, abonos y semillas para reiniciar actividades que, con seguridad, serán beneficiosas en todo sentido.
Con un pronto retorno al campo, se podría reducir la dependencia actual que tenemos de la importación de alimentos procedentes de países vecinos. Esta tarea es urgente, pues ahora dejamos de producir en suficiente cantidad hasta productos nativos como la papa, cuyo precio por la escasez está subiendo, como de otros alimentos, lo que afecta la economía de la población.

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