martes, julio 23, 2024
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Lo que no se pudo hacer

Las dictaduras militares fueron acusadas de supuestos manejos irregulares de los recursos públicos. Que fulanito tiene coche nuevo. Que zutanito le compró un departamento a su querida. Versiones de esta índole corrieron como reguero de pólvora, provocando el desgaste, la ruina o caída de aquéllas. Entonces se originó el retorno del sistema de libertades. El pueblo boliviano estuvo esperanzado en que, con éste, se iba a encarar un cambio de mentalidad y actitud, para construir una Patria, con históricas proyecciones. Pero se había equivocado una vez más.
En democracia, como en dictadura, ha sucedido lo propio. Los nuevos ricos, del campo y la ciudad, surgieron como hongos, en una afrenta a quienes no tenían lo suficiente para pasar el día. Con bienes e inmuebles acá y allá. Con importantes depósitos bancarios. El Poder, según ellos, se hizo para medrar, lícita o ilícitamente. Parece que tuvieron como fuente de enriquecimiento el erario nacional. Ojalá estuviéramos equivocados.
Lo que no se pudo hacer, en democracia, es cuidar y ahorrar, centavo tras centavo, para fortalecer las arcas del Estado. Para casos de emergencia, como los actuales sin ir muy lejos. Para asegurar el futuro de las nuevas generaciones, con salud, educación y empleo. Ahora, por la difícil situación que estamos atravesando, no se dispone de recursos ni para facilitar instrumentos tecnológicos, en una época marcada por la enseñanza virtual a niños y jóvenes, de los estratos sociales de escasos ingresos. Ellos tienen serios problemas y se sienten, por lo tanto, postergados, discriminados y frustrados, en sus justas aspiraciones de alcanzar nuevos derroteros, con bienestar social.
Lo que no se pudo hacer es asumir señales de austeridad, que signifiquen menos gasto público. Menos ministerios y menos empleados. Se indicó que, mensualmente, se erogaba 4.000 millones de bolivianos para cubrir haberes de la burocracia estatal. Tampoco se ha logrado reducir los jugosos y tentadores salarios de las autoridades nacionales, departamentales y distritales, como una contribución destinada a sobrellevar la adversidad nacional. Ni siquiera los gastos dispendiosos. El derroche, justificado o injustificado, sigue su cauce y todo está igual que antes.
Lo que no se pudo hacer es aprovechar el tiempo de las vacas gordas. Nos referimos a la era del boom gasífero, entre 2005 y 2014, que marcó un hito de trascendencia histórica. El barril de petróleo, o la referencia para la exportación del gas natural, llegó a cotizarse hasta en 150 dólares en el mercado internacional. Entonces Bolivia recibía chorros de billetes verdes y éstos se hicieron humo, desgraciadamente, sin dejar rastro de esa coyuntura económica.
El viento se llevó la bonanza económica y el latrocinio terminó rematándola. Y acá estamos sobreviviendo a la crisis económica, que corre pareja, desafortunadamente, con la emergencia sanitaria. En ese contexto, tenemos extendida la diestra ante la región y el mundo, a fin de que nos recaigan vacunas, en calidad de donación.
En suma: debiéramos revisar nuestro pasado, evaluar nuestro presente, reflexionar sobre nuestro futuro y asumir acciones que vayan a reafirmar el ideario de una Bolivia libre, democrática y progresista.

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