viernes, septiembre 27, 2024
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Bolivia economía: balance y perspectivas

Parte I

De acuerdo con la información y datos proporcionados en la Rendición Pública de Cuentas Final 2022 del MEFP hay muchas cifras interesantes para analizar y cotejar con la realidad económica de Bolivia, sobre todo con la que se percibe en las calles, mercados y ferias del país.
Aunque no hay un dato aún oficial de cuánto fue el PIB este pasado 2022, se estima, según fuentes gubernamentales, que el mismo creció cerca al 4% respecto al 2021; lo real, es que el INE indicó que al tercer trimestre de la gestión pasada nuestra economía tuvo un crecimiento acumulado del 4,28%.
Sin embargo, revisando la información del INE, se observa que la variación acumulada del PIB al tercer trimestre 2022, la actividad de Transporte y Almacenamiento tuvo un desempeño importante reflejado en su indicador del 9,37%, respecto al mismo período del 2021. En cambio, el sector minero reflejó una variación mínima del 0,86% respecto al año pasado, bajo la misma tendencia. Pero aún más ineficiente, se encuentra el sector hidrocarburífero con un -8,14%; ambas actividades económicas fueron afectadas por precios internacionales no tan favorables y una declinación en su producción, sobre todo en el último.
Todo lo anterior refleja que nuestro crecimiento económico no fue “homogéneo” en todas sus actividades económicas y productivas, se observa gráficamente una especie de pirámide invertida, donde existen marcadas diferencias en sus rendimientos. Nos estamos encerrando en una “burbuja imaginaria”, en la cual creemos que un óptimo crecimiento económico es solo cuando nuestro PIB crece relativamente más. Hay que recordar lo que dijo Simón Kutnets, Premio Nobel de Economía, respecto a que después de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento económico de un país no se debe medir por su cantidad sino por su calidad, más aún en países en vías del desarrollo como el nuestro.
En resumidas cuentas, nuestro crecimiento económico fue influenciado positivamente por los “buenos” precios internacionales, sobre todo de los “productos no tradicionales” que aprovecharon un contexto favorable derivado de los desajustes de los mercados internacionales, como consecuencia de la guerra, dándonos eventualmente una ventaja comparativa. Esto se evidencia en que su variación, de enero a noviembre de 2021 a 2022, en volumen fue del 35%, pero en valor del 46%.
Sin embargo, como nuestra economía es tomadora de precios, esto resultó en un arma de doble filo, lo cual se reflejó en el comercio exterior del 2022. Según datos oficiales, en la gestión pasada tuvimos un saldo comercial acumulado de $us 603 millones, donde el sector de los “productos tradicionales” creció en 17,5% y los “no tradicionales” en 42,5% respecto al 2021, favorecidos por los precios internacionales de materias primas y alimentos; en el año 2022, nuestras importaciones crecieron en un 26%, pero lo llamativo es que la importación de “combustibles y carburantes” lo hizo en un 94% respecto al 2021, produciendo una reducción importante de las divisas de nuestras RIN.
Acotando a lo anterior, en 2022, del total de nuestras importaciones apenas un 5% fueron “alimentos y bebidas”, mientras que “combustibles y lubricantes” representaron un 34%, es decir, de cada 100 $us que importamos, 34 $us se gastó en traer diésel y gasolina a nuestro país, elevando más aún el gasto público nacional, más si se considera que la subvención de carburantes en la gestión pasada fue alrededor de $us. 1.200 millones. Ahora se está tomando mayores previsiones, se proyectó una subvención a los hidrocarburos por Bs. 7.642 millones, de acuerdo con el PGE 2023, un 59% más que la gestión pasada, esperando que no exista una elevación importante del precio del petróleo y/o de sus costos de transporte, entre otros factores.
Poniendo un poco la lupa en los datos del INE, se observó que, durante el 2022, de enero a diciembre, las exportaciones decrecieron en un 13% y las importaciones más bien crecieron en un 71%; presentándose déficits comerciales desde agosto hasta fin de año, acumulando un monto total de $us 1.211,6 millones, datos que no refleja el gobierno nacional.
Respecto a nuestra inflación, Bolivia cerró el 2022 con una cifra acumulada del 3,12%, la más baja de Sudamérica, pero no de la región, Panamá presentó un dato del 2,1% a diciembre de la gestión pasada. Sin embargo, es evidente que nuestra inflación está “subvencionada” y no refleja el verdadero costo de vida de su población; el tipo de cambio fijo, las subvenciones a carburantes y alimentos, las devaluaciones de los países vecinos y sobre todo el contrabando hacen que estadísticamente presentemos valores muy reducidos. Si quitáramos el efecto de estas variables, ahí veríamos nuestra “verdadera” inflación.
Además es también cuestionable su estimación, donde los productos de la canasta básica familiar, es decir lo que consumimos a diario, apenas representan un 6% del total de bienes y servicios ponderados para su cálculo. Es decir, sus variaciones son imperceptibles en comparación con el global; mas, si tomamos en cuenta el efecto “contrabando”, pareciese que los precios en nuestra economía tuvieron un incremento muy bajo, pero la realidad en los mercados indica que, inclusive estos productos subieron últimamente sus costos, reduciendo el poder adquisitivo de nuestros ingresos. (Continuará).

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