domingo, julio 7, 2024
InicioSeccionesOpiniónLa cantaleta del golpe

La cantaleta del golpe

Monseñor Jesús Juárez, Obispo de Sucre, hace unos días declaró a los medios: “déjense de la cantaleta del golpe”, en referencia a que el actual gobierno del régimen populista que nos gobierna 16 años, ha arrancado su gestión con el supuesto golpe de Estado que se habría producido en noviembre de 2019, para supuestamente derrocar al dirigente de los cocaleros del Chapare y presidente del Estado, por tres períodos continuos y que pretendía prorrogarse por otra gestión de gobierno, pese a que en el referendo que el mismo convocó el 21 de febrero de 2016, el pueblo en ejercicio de su soberanía le dijo ¡no! Desconociendo la voluntad ciudadana el pretendido presidente de por vida, fue favorecido por un grosero fraude electoral, que determinó que miles de ciudadanos se vuelquen a las calles en protesta.
Los ciudadanos movilizados en el país, en repudio al fraude electoral confirmado por una misión de la OEA solicitada por el mismo gobierno, fueron bautizados por el presidente-candidato “ad eternum” de “pititas”, pues los miles de vecinos en las calles, ataron con pitas, banderas bolivianas en los postes, y se apostaron detrás. Mujeres, niños, jóvenes y viejos dejaron sus hogares y se plegaron a las protestas, de tal suerte que el entonces presidente, dispuso primero una segunda vuelta, luego la nulidad de las elecciones y el cambio del Tribunal Electoral, para luego renunciar y dejar el país, ante el consejo de la cúpula militar y del directorio de la COB para que deje el gobierno.
Ciertamente la ciudadanía en su mayoría, sabe que no hubo el tal golpe, pues fue inventado como parte de la política de victimizarse del renunciante presidente, que ya antes se victimizó por supuesta discriminación a su condición de indígena o de conspiraciones del imperio, etc. La insurrección ciudadana, respondió a los excesos del poder del largo gobierno, que implantó una política autoritaria y hegemónica del poder, de persecución y represión a las corrientes críticas al régimen, es decir una “Democradura”.
El golpe de Estado, es una de las formas de acceder al poder, por encima de la consulta popular sobre quién quiere que le gobierne y cómo. Es un proceso que, en un tiempo no breve, un grupo de personas conspira para tomar el poder por la fuerza, para lo cual organiza todo un aparato que se moverá en el momento determinado, se busca las adhesiones de individuos que están en el mismo gobierno contra el que conspiran, que tienen poder de movilizar o neutralizar una respuesta, además elabora un plan de gobierno y gente que ha de ocupar las funciones que quedarán vacantes, además de otros requisitos.
Ninguna de las condiciones para un golpe se dieron en noviembre de 2019, ya que el presidente-candidato había renunciado y dejado el país, y se siguió la línea de sucesión presidencial que establece la Constitución. Ante ese cuadro se llamó a la segunda presidente del Senado, quién tuvo que improvisar su gobierno llamando a sus colegas asambleístas, carecía de un programa mínimo del gobierno y tuvo que improvisar en casi todo. Además, por instrucciones del presidente renunciante, grupos de individuos desataron un clima de enfrentamientos que pusieron en riesgo la paz social, dejando algunas bajas en los mismos. La presidente tuvo que tomar medidas urgentes para restablecer el orden, que demandaba el país, mientras grupos populistas en las calles pedían “guerra civil”.
Los golpes de Estado se dan por y para alguien ya predeterminado, no se conspira sin saber para quién y menos se mantiene el aparato del Estado como estaba conformado, es más, la señora presidente del gobierno transitorio, co-gobernó con el partido del presidente-candidato renunciante, que con su mayoría en el Órgano Legislativo, dictó normas para el gobierno importantes, como aquella que prorrogó el mandato de todas las autoridad elegidas por tiempo determinado, para allanar precisamente el mandato de la señora Añez, y legalizar las leyes emitidas en la Asamblea.
Esta postura de la “cantaleta del golpe” ha dividido aún más a la sociedad boliviana, que ya estaba fracturada por la política populista de dividir para reinar, de dividir y enfrentar a indígenas con no indígenas, a oriente y occidente, a demócratas y populistas, liquidar al Estado-Nación de Bolivia, creando 36 naciones, etc., lo que ha afectado seriamente la unidad y seguridad del Estado, y por el contrario, se han dado las condiciones para la secesión y desintegración nacional, pues la Constitución Política aprobada por el régimen, determina que las 36 naciones tienen su territorio y autogobierno propio (Art. 2).

El autor es abogado, politólogo, escritor y docente universitario.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES