domingo, julio 28, 2024
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Una región ideologizada

Muchos de los gobiernos de la región tienen tendencia izquierdista. Unos son radicales y otros moderados. Fueron electos por el voto popular, porque mediante las armas jamás hubieran llegado a esa situación. El de nuestro país es parte de ese concierto gubernamental. Los problemas también son comunes: económicos, sociales y políticos. Solo uno o dos regímenes, democráticos, son tipificados como derechistas.
En consecuencia: vivimos un tiempo ideologizado, donde, para sobrevivir, nadie deberá pensar diferente, menos discordar. Todos, o casi todos, estarán conminados a enarbolar una sola bandera política, bajo democracia, al servicio de algunos. Si no lo hacen, serían despojados de su nacionalidad. O recluidos en mazmorras. Como ocurre en las naciones donde hay autoritarismo. Se restringe la libertad de expresión, a políticos, candidatos presidenciales, artistas y sacerdotes, por solo haber cuestionado los excesos en que incurrieron sus gobernantes de izquierda. Es una sociedad que vive, desgraciadamente, con zozobra e incertidumbre. Y con escasez de alimentos y medicamentos.
“Ya tenemos suficientes experiencias en Bolivia y en América Latina de la enorme gravitación que han tenido en el orden de los negativismos sociales, en la política y en la economía, el afincarnos en rigideces absolutistas adoptadas por un exacerbado “ideologismo” de los partidos que utilizan esta denominación “doctrinaria” o la implican para pretender incorporar procesos estereotipados, en lugar de desarrollar ideas orientadoras que históricamente estén subordinadas a las exigencias de un realismo político auténtico y ello en el marco de un espacio tiempo – histórico ineludible”, escribe un conocido político boliviano (*).
Pero se requerirá, tarde o temprano, diálogo, concertación y entendimiento, con sectores disidentes, para asumir proyectos por el bien común. Para recuperar, de este modo, la paz, la tranquilidad y la unidad, indispensables para la productividad y prosperidad de las naciones. Además, no solo deberían ser solidarios, ideológicamente, para defender intereses particulares, sino solidarios con aquellos países que necesitan mucha y urgente cooperación, para avanzar hacia un futuro con empleo, que signifique sueldos y salarios dignos y consistentes; una canasta familiar asequible. Ese sería el ideal político más apropiado para nuestro tiempo, que deberían asumir los gobernantes, en consulta con sus pueblos. Y no pretender calcar, de manera testaruda, la realidad cubana, nicaragüense y venezolana, con el fin de replicarla en tierras sudamericanas.
El término imperialismo se escuchará, en consecuencia, con más frecuencia y vehemencia, en mítines o discursos oficiales, ahora más que nunca. Porque estamos experimentando la euforia izquierdista. Y quienes no sean partícipes de ese show, serán tildados de tibios, conciliadores o “vende patrias”. Esa es la realidad, desafortunadamente.
En suma: es el momento de luchar por una verdadera democracia, con libertad y justicia, al servicio de los pueblos, sin sometimiento ideológico.

(*) Guillermo Bedregal Gutiérrez: “Bolivia: Estrategia de la Nueva Política Económica”. I.I.E. Industrias Gráficas S. R. L., La Paz – Bolivia, 28/4/1989. Pág. 222.

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