La oferta de divisas de la economía nacional proviene de las exportaciones, desembolsos de deuda externa, remesas de emigrantes y captaciones de los bancos privados; por su parte, la demanda de divisas se deriva de las necesidades de importaciones, pago del servicio de la deuda externa y requerimientos de los bancos privados para hacer frente a sus operaciones. Desde 2015 el flujo de oferta de divisas es menor que el flujo de demanda (exceso de demanda): en el Análisis económico a esta situación se denomina escasez. En 2015 la escasez de divisas registraba US$ -1.869 millones y en 2021 US$ -738 millones; asimismo, según el último boletín mensual del BCB, entre enero y septiembre de 2022, la brecha negativa de divisas se calcula en US$ -642 millones. En consonancia con estos flujos netos negativos, el stock de reservas internacionales en divisas del Banco Central ha descendido continuamente: de US$ 13.586 millones en noviembre de 2014 a US$ 372 millones en febrero de 2023.
La escasa capacidad de la oferta de moneda extranjera para hacer frente a su demanda, es una alarma que advierte que los agentes económicos puedan formar sus expectativas en tres ámbitos; por un lado, en su decisión sobre el desprendimiento de moneda nacional a cambio de moneda extranjera; por otro, sobre la posible pérdida de valor del boliviano en relación con el dólar; y, en su caso, sobre la crisis del régimen de tipo de cambio fijo que opera en Bolivia.
El Gobierno, ante la permanente escasez de divisas de la economía, debía evitar que las familias, empresas y bancos generaran expectativas negativas sobre la fortaleza del boliviano y vigencia del sistema cambiario. Sin embargo, el BCB y el Ministerio de Economía en las últimas semanas han tomado medidas en sentido contrario: el tipo de cambio preferencial para exportadores, el proyecto de “ley del oro”, la autorización del Banco Central a los bancos privados para la utilización de sus reservas como inyector de liquidez, provocaron que la población vea señales de escasez de dólares, debilitamiento de la moneda nacional y riesgo de devaluación del boliviano.
El tipo de cambio preferencial para exportadores, que permite al Banco Central aumentar el precio de compra de dólares de 6,86 a 6,95 Bs por dólar, ha hecho que el público entienda que este incremento es permanente y no transitorio, lo que está generando expectativas de depreciación de la moneda nacional. El proyecto de “ley del oro”, que busca convertir los lingotes de oro en divisas, se está viendo como un signo de escasez de divisas, que lleva a los agentes económicos a conservar dólares, presionando así a la depreciación del boliviano. Asimismo, la disposición del BCB que deja a los bancos utilizar las reservas de encaje legal (US$ 240 millones) para hacer frente al exceso de demanda de dólares, es un signo inequívoco de que efectivamente hay escasez de esa divisa en el país.
La escasez de dólares, el debilitamiento del boliviano, y la disminución continua de las reservas internacionales en divisas, ponen en una situación frágil y de desconfianza al actual sistema de tipo de cambio fijo que opera en el país.
Para evitar que crezca la desconfianza de la población sobre el régimen cambiario, el Gobierno debería dar señales de que no hará falta devaluar el boliviano, garantizando que el Banco Central ha de contar con las reservas internacionales suficientes para respaldar el tipo de cambio; para ello, por un lado, se debería moderar los ambiciosos programas de gasto e inversión pública, y endeudamiento externo y, por otro, procurar que los bancos no disminuyan sus reservas de encaje legal, ya que el freno de la creciente demanda de dólares del Gobierno y sistema bancario (actualmente más del 80% de la demanda total) liberarían divisas a favor de la acumulación de las reservas internacionales.
Para finalizar, cabe hacer esta pregunta: ¿cuáles son las razones que hay detrás de las medidas del BCB y Ministerio de Economía, que han puesto en riesgo la estabilidad del tipo de cambio?
El autor es Dr. en Economía y profesor de Economía aplicada.