domingo, julio 7, 2024
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Recordación de la Revolución de Abril

Uno de los acontecimientos históricos y políticos más importantes de la historia nacional –sino el más importante—fue el movimiento insurreccional del pueblo paceño del 9 de abril de 1952, episodio trascendental por el cual Bolivia pasó de ser colonia dependiente a nación independiente. No solo alcanzó ese nivel, sino también dejó de ser un Estado feudalista rampante, para convertirse en una democracia popular, con grandes proyecciones históricas.

Desde principios del Siglo XX, Bolivia había sido convertida en una factoría para explotación y exportación de estaño, mineral que sería industrializado allende los mares. Ese estado de cosas estaba apuntalado por la existencia de haciendas sometidas al régimen feudal de colonato. El aparato del Estado estaba convertido en un mecanismo dirigido exclusivamente a mantener ese sistema, sin la menor variación. Se sometía al país al saqueo de sus materias primas, a la vez que la población estaba convertida en una masa exclusivamente destinada para lograr ese objetivo colonial.

Esa situación había durado cincuenta años, bajo la imposición de gobiernos que no tenían otro fin que conservar en forma invariable ese régimen que empobrecía al país y solo ayudaba al enriquecimiento de un puñado de personajes e intereses imperiales foráneos.

Pero, después de varios decenios de luchas espontáneas, que terminaban en frustraciones lamentables, en abril de 1952, el pueblo boliviano adquirió conciencia de su lucha, descubrió sus objetivos y encontró la forma de llegar a ellos, defendiéndose de manera activa contra un enemigo incondicional del viejo orden y derrotarlo en las calles.

En efecto, al anunciar la rebelión insurreccional, fuerzas pretorianas cercaron La Paz por sus cuatro costados, para bombardearla y aplastar la insurrección a sangre y fuego, de tal forma que quede invalidada para siempre. Pero el pueblo paceño, como otras veces, se armó y derrotó a la fuerza reaccionaría al servicio de la oligarquía colonial, formada por doce regimientos de infantería y artillería, y lo derrotó en forma contundente.

Después de tres días de intensos combates callejeros y choques entre los atacantes y los impávidos combatientes, la fuerza pretoriana fue derrotada y puesta en fuga, desde su jefe máximo hasta sus últimos efectivos.

Pero ese episodio militar significó mucho más. En efecto, todo el viejo régimen esclavista y colonial se derrumbó con su aparato estatal y, por primera vez, en más de un siglo, el pueblo tuvo oportunidad de alcanzar el gobierno.

El nuevo régimen (no solo el nuevo gobierno) estableció la Nación soberana con un régimen económico y democrático, cualidad social que no tenía desde los tiempos de la fundación de la República en 1825. Al mismo tiempo, le dio soberanía, en el más amplio sentido de la palabra. Enseguida, derrumbó el régimen feudal agrario medieval para establecer la democracia económica.

Uno de los fastos más heroicos de la vida republicana, fue recordado recientemente por el pueblo paceño y su conducción política.

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