lunes, septiembre 2, 2024
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Lamentable estado de la salud pública

Uno de los derechos humanos consagrado en la Declaración Universal de DDHH (Art.25) y la Constitución Política del Estado (Art. 18 I.) es el derecho a la salud. A su vez es una de las obligaciones del Estado prestar este importante servicio, para lo cual se tiene el sistema de Salud Pública en tres niveles, pero el acceso al mismo resulta una odisea.
En todos los niveles, en especial en los que tienen que ver con una especialización médica, están “sobre saturados” pues la demanda de atención es muy alta y las instalaciones, equipos y, en especial, personal de salud son escasos. Para ser atendido el paciente debe ir de madrugada o una noche anterior hacer fila para obtener una ficha de atención. Si con suerte ha obtenido una ficha (el número de fichas de atención depende de las horas de contrato del médico), debe permanecer en el centro médico hasta que sea llamado, generalmente debe esperar toda la mañana o tarde.
Atendido el paciente, si el médico pide alguna prueba de laboratorio, radiografía, ecografía etc., le señalan la atención para alrededor de 30 días después y así sucesivamente. Si el paciente requiere intervención quirúrgica, obtener una cama implica otro largo tiempo, si ha sido operado y debe pasar a unidad de terapia intensiva, tiene que tener suerte si esta unidad está disponible.
Como podemos inferir, el acceso a la salud pública en nuestro país, resulta casi imposible, en especial para las personas sin suficientes recursos para acceder a la atención de salud privada, por sus elevadísimos costos, con la resultante del agravamiento de los casos o el deceso de los individuos. Es decir que en nuestro país se incumple con un derecho humano constitucionalizado, como es el acceso a la salud pública.
La mala administración de los asuntos del Estado, es una constante, en especial en cuanto a salud, educación y justicia, que en este tiempo se ha agudizado por el crecimiento poblacional y el desplazamiento de población del área rural a la urbana, que demanda servicios considerados básicos en una sociedad organizada, así sea de escaso desarrollo, pues el pueblo que carece de estos servicios, está destinado a una pobre calidad de vida.
En el reciente pasado, nuestro país ha percibido, “como nunca antes”, ingentes recursos económicos debido a los elevados precios de las materias primas en el mundo, en especial de los hidrocarburos y minerales, que son los que exportamos, pero por ausencia de gobernantes idóneos y suficientemente preparados para el ejercicio del poder político, se malgastó, despilfarró buena parte de esos abundantes recursos que entraron a la economía nacional, con emprendimientos en industrias mal ubicadas, con escasa materia prima, con sobreprecios en su instalación, sobredimensionadas, con elevados costos de producción, etc.
Por elevados gastos corrientes, con personal de servicio público que se triplicó, viajes constantes de delegaciones de grupos sociales de apoyo al gobierno, organización de eventos internacionales de carácter político e indigenista, construcción de sedes, palacios, canchas de fútbol, aeropuertos que luego de su inauguración se cerraron etc., y millones de dólares gastados en propaganda (hace poco el gobierno pagó 3 millones a Telesur por publicidad de 6 meses y l.3 millones a la radioemisora de los cocaleros del Chapare), en una permanente campaña electoral, con la finalidad de permanecer en el poder, de “por vida”, como lo dijo en reiteradas ocasiones el expresidente Evo Morales, con estilo de la propaganda de los regímenes fascistas. Y, por supuesto, una corrupción generalizada “como nunca antes”, de tal manera que ahora la economía nacional comienza a entrar en crisis.
La política prebendal del régimen –con regalo de vehículos, sedes sociales de varios pisos, y seguramente aportes económicos a organizaciones sociales, para que sigan respaldando al gobierno–, es la constante, todo ello con recursos públicos de todos los bolivianos, mientras el acceso a salud, educación, justicia y otros servicios fundamentales, resulta casi imposible.
Ya el gran pensador Franz Tamayo sentenció: “A título de mayoría, el partido de gobierno comienza a devorar a la Nación para acabar a su turno siendo devorado por su jefe, el hombre de acción… ello es posible solamente, gracias a que el patrimonio de todos, que es el poder y dinero público, es puesto al servicio de la criminal empresa”.

El autor es Abogado, Politólogo, Escritor y Docente universitario.

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