sábado, septiembre 28, 2024
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El Flautista de Hamelin y la acumulación de datos

El conocimiento como consecuencia de la narrativa y de la experimentación está dejando de tener relevancia como base del pensamiento humano. La acumulación de datos y de información es priorizada por una sociedad altamente digitalizada, donde ambos preceptos terminan siendo divinizados, sin caer en cuenta que al tener un carácter netamente temporal y efímero resultan inservibles y obsoletos incluso, a corto plazo. El cambio de la narrativa a la infomanía retrasa la madurez intelectual de niños y jóvenes, condicionándolos o, mejor dicho, encadenándolos a la momentaneidad del tik tok y de las demás redes sociales.
La desesperación por la información no permite el anclaje del conocimiento, por lo tanto, la racionalización del mismo no es opción. La palabra escrita va quedando obsoleta frente a la estimulación cambiante de datos; la infomanía, por ende, no es sinónimo de libertad ni de conocimiento, puesto que la información al no estar racionalizada no es información ni tampoco aprendizaje. Mantener informada a la sociedad no democratiza el acceso al conocimiento, todo lo contrario, convierte al receptor en un recipiente repleto de datos, pero vacío de ideas, siendo esta la fórmula perfecta para la manipulación o, mejor dicho, la idiotización de la sociedad.
El acceso irrestricto a la información no da pie a la curiosidad, pues todo ya está resuelto; la incógnita es suplantada por la acumulación y la hipótesis por enlatados o contenidos prefabricados. Las redes sociales y las aplicaciones para celular dejan poco espacio para la imaginación. El tiempo se comienza a medir en las horas empleadas en deslizar los dedos en la pantalla del celular, los llamados «creadores de contenido» aprovechan la infomanía imperante para informar sin informar.
El fácil acceso a la información no es precisamente una democratización del conocimiento, al contrario, pasa a ser una manipulación del pensamiento, puesto que los enlatados que se van «viralizando» por las redes sociales son creados –de forma voluntaria o involuntaria– bajo un precepto cuasi único de deconstrucción de la cultura occidental. De este modo, el acceso y la transparencia de información no construye una racionalización de conceptos, más bien, coadyuva a la infomanía, al acceso fácil y al pensamiento ligero.
Entonces ¿es de relevancia la información como sustento del pensamiento lógico reflexivo? Si la información pasa a ser sustentada por una verificación exhaustiva llega a ser relevante para la construcción del pensamiento y del conocimiento. Por el contrario, si la información solo tiende a satisfacer la infomanía imperante, entonces, carece de relevancia.
Las redes sociales poco a poco se van convirtiendo en la versión contextualizada del «Flautista de Hamelin», llevando a la masa no pensante al abismo de la ignorancia, de la manipulación y finalmente a su desaparición, pues al caer en la estandarización del pensamiento no trascienden, simplemente convergen.

El autor es Teólogo y Bloguero.

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