sábado, septiembre 28, 2024
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Inestabilidad que crispaba los ánimos

Los bolivianos y bolivianas siempre hemos soñado, hoy como ayer, que el país sea conducido con sabiduría. Por hombres y mujeres que hayan adquirido esa sapiencia, mediante estudio, reflexión y perseverancia. Que hayan hecho conciencia de los problemas nacionales y hayan logrado interpretar la idiosincrasia del pueblo. Bueno, “soñar nada cuesta”.
Que la sabiduría ilumina la mente de los gobernantes, inyectándoles inquietud constructiva de cara al futuro, en democracia. Aquella no es un legado, sino resultado de un estudio permanente y sistemático. No es un regalo de papá ni del padre político, sino producto de la dedicación personal. “Un saber que ni se puede heredar ni adquirir por hábiles trucos comerciales. Había que trabajarlo” (*), reitera un filósofo e historiador alemán.
Quienes gobernaron con sabiduría, en estos cuatro decenios de democracia, gozaron del respaldo y aprobación ciudadana. E inclusive sus adversarios coyunturales, tuvieron que valorar el trabajo fecundo ejecutado a favor de los supremos intereses nacionales. Pasaron a la historia sin mácula que haya empañado su conducta gubernamental.
En ese marco nos dejaron profundas enseñanzas constructivas. Para las generaciones que vienen, más que todo. Lo hicieron con desprendimiento, con amor a la Patria y elevada sensibilidad social, sin pretender perpetuarse en el Poder, “por los siglos de los siglos”. Dando paso, esto es muy importante, a gente nueva, a fin de que realice sus objetivos programáticos, en lo político. Enseñanzas que fueron desaprovechadas, posiblemente a propósito o ignorancia.
Quienes gobernaron con sabiduría, a este jirón patrio “ingobernable”, pese a las circunstancias económicas adversas, lograron impulsar hacia adelante a Bolivia. Son pocos, ciertamente. Y se retiraron a tiempo de la arena de las lides políticas. En el rincón de la vida privada, curaron sus heridas. E, inclusive, hicieron el recuento de sus avances, sin alarde. Rodeados por el cariño, el respeto y la admiración ciudadana. En ese contexto, tan humano, bajaron, con orgullo, evidentemente, al cobijo de la madre tierra.
Son aproximadamente cuarenta años de vida democrática. Pero pareciera que hemos retornado a inicios de este proceso, que data de 1982, cuando la inestabilidad económica crispaba los ánimos, de bolivianos y bolivianas. Cuando todos despertaban pendientes de lo que iba a suceder en el tema económico. Cuando se hacía fila para comprar un par de “marraquetas”. En un momento, de esos, histórico desde luego, se impuso la sabiduría y permitió el retorno de la tranquilidad, en este aspecto.
En suma: requerimos gobernantes, no importa el color ni la tendencia político – ideológica, que asuman actos coherentes, con sensatez, prudencia y acierto, por el bien común. Y Bolivia será un país competitivo, con el que tanto soñamos.

(*) Heinrich Satter: “Emil von Behring”. Printed in Germany, 1967. Pág. 10.

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