Existe una enorme cantidad de yerros y dislates que desde hace diecisiete años viene cometiendo el gobierno del tal llamado “Movimiento al Socialismo”, en nombre de una supuesta deuda social que los mestizos debemos pagar, en nombre de los españoles que la habrían contraído al hollar esta tierra, hace más de 500 años. Hoy, esta realidad nos vuelve a alterar, al saber que nuestros “padres de la patria”, así llamados los asambleístas que debieran representar nuestros genuinos intereses en el seno del Parlamento, sólo lo utilizan para poner en escena sus sainetes. Es más, para consumar el pago de esa llamada “deuda social”, se tuvo que cambiar, no sólo la República por un Estado Plurinacional inventado, sino se le cambió toda su simbología, como la bandera, el escudo, etc., en nombre de ser ellos, una supuesta “reserva moral de los bolivianos”. En los 17 años transcurridos llegamos al convencimiento de que esa reserva moral nos dejaba sin reservas y eran las reservas de Morales, que substituyeron a las de este sufrido pueblo.
“La Ley del Oro”, esa última obra de teatro bufo que colocaron en la marquesina del circo, de la tal llamada Casa del Pueblo, con el velado propósito de malvender las reservas de oro del Banco Central, no sólo confirmó la picardía de sus actores, sino que, nunca como ahora, se tornó profética esa sentencia que reza: “Bolivia se nos muere”. De producirse este supuesto, mil veces negado, en su epitafio se podría leer: “Dios entregó a esta acaudalada dama, como madre de once millones de bribones, que no supieron ni aprovechar ni engrandecer su fortuna, y sólo se dedicaron a vestirla con distintos ropajes, siendo el último, el de una dama plurinacional, socialista y botarate que la desperdició en pro de los más pillos”.
La prestigiosa revista “The Economist”, en un lapidario reportaje sobre nuestro país, titulado “Bolivia está al borde de una crisis y su modelo económicos está en quiebra”, coincide plenamente con la determinación de las tres de las más renombradas calificadoras internacionales que acaban de bajar la calificación de Bolivia: Fitch Ratings, Moodys y Standard&Poors, coincidiendo entre ellas, en muchos puntos que justifican esa determinación, tales como: la caída de las Reservas Internacionales, la escasez del dólar, la caída de la producción de gas, el elevado déficit fiscal y el alto nivel de subsidio en los hidrocarburos.
Ante esta bochornosa situación, debemos recordar que, en lo que a modelos y tipo de gobiernos se refiere, creemos haberlos probado a casi todos. De dictaduras fascistas, a asambleas populistas de corte comunistoide. De democracias de un nacionalismo izquierdista a cleptocracias de una derecha recalcitrante, empero, no recordamos que, en ese turbulento tránsito político nos hayamos convertido en una suerte de engranaje de una organización internacional criminosa que nos llevó de la mano hasta renunciar a nuestros propios símbolos, a nuestra salida al mar y a todo lo que significó la República de Bolivia desde su creación.
Entonces, el desafío consiste en armonizar nuestros propósitos, o como dicen en Porongo, hacer concuasar nuestra misión, nuestra visión y nuestros objetivos referentes a nuestro paso sobre esta bendita tierra. ¡Que este nuevo experimento sea el último y definitivo!, ya que en él nos estamos jugando la vida misma de la nación. No negamos que el ordenamiento de esta sociedad a través de un documento constitutivo no es una cosa muy fácil. Así como los hay blancos, altos y rubios, los hay también bajitos, negros y morenos, pero que, por obra del destino, somos igual dueños y partícipes de esta inmensa Arca de Noé que se llama Bolivia, dueña de un enorme potencial de riquezas, que, por los azares de la perversidad, no podrían estar situados dentro de una sociedad que goce de la placidez de la paz y la armonía. Simplemente, ello no tendría chiste. De ahí que debamos consentir en pasar por esta prueba que se ha denominado “El Estado Pluri Irracional”.