Después de tantos sobresaltos sufridos durante la pandemia sanitaria, que todos conocemos, ahora volviendo casi a la normalidad cotidiana, con algunos resfríos: los días lunes en las escuelas fiscales, de convenio y privadas, con ingenio y creatividad los docentes de turno y estudiantes, afanosos preparan un programa especial de saludo a la bandera, el telón del escenario, declamaciones poéticas, dramatizaciones y canciones, para demostrar en forma práctica a los padres de familia, aprendizajes acumulados en el transcurrir de los trimestres escolares del año.
En ese ambiente casi festivo de los lunes, docentes de aula, ejecutan actividades planificadas y diseñadas anticipadamente con sus estudiantes de curso, porque las unidades educativas son consideradas como un espacio adecuado para difundir innovaciones pedagógicas, creaciones literarias y socialización de conocimientos diversos a los padres de familia o comunidad educativa. Es también un escenario de reflexión colectiva sobre la coyuntura diaria de los habitantes de un determinado Estado.
En los saludos a la bandera, corren como en una autopista moderna, saberes y conocimientos culturales de los estudiantes, confeccionados a medida con paciencia y sapiencia de sus docentes. Los alumnos tienen la oportunidad de tomar contacto directo con el público que los observa, valora y califica su participación. Por ejemplo, agarrar el micrófono inalámbrico y expresar un discurso a veces confuso, tartamudeado, entrecortado por el trabado de la lengua, especialmente en los niños de nivel inicial. Pero, sin duda, para ellos constituirá una experiencia inolvidable de su vida, con poesía o discurso ensayado en horas de la madrugada, que llegado el momento desaparece o escapa de la memoria.
El propósito incólume de estas actividades, es inculcar aprendizajes significativos a los usuarios de la educación, los estudiantes y padres de familia. Ahí radica la importancia del saludo a la bandera; fomentar el civismo escolar, respeto a los símbolos patrios, práctica de los derechos y relaciones humanas; para alcanzar la esquiva convivencia armónica, pacífica, despatriarizada en aula y en los exteriores de la escuela. También constituye un espacio especial para los directores de unidad educativa, quienes tienen la oportunidad de exteriorizar a la comunidad sus reflexiones y recomendaciones generales del quehacer educativo semanal.
En esa dirección, pretendiendo siempre realizaciones exitosas de los saludos a la bandera en las escuelas, en esta nota lanzamos algunas recomendaciones a los docentes de turno y sus organizadores: Planificar la participación de los estudiantes (quiénes y cuántos); Preparar una temática del discurso llamativo y reflexivo; Medir o controlar el tiempo de participación de los alumnos. Todo con la finalidad de evitar el cansancio, tedio y protestas de los estudiantes en las formaciones que suelen efectuarse en campos abiertos sin tinglado, justo cuando está cayendo un sol sofocante, lluvia intempestiva que suele caer o vientos huracanados que impredeciblemente aparecen por las tardes y noches.
Entonces, docentes y directores, fomentemos y planifiquemos estos espacios de socialización de información cualitativa, por un lapso de 15 minutos los días lunes, con todo el rigor requerido, porque la comunidad educativa tiene la oportunidad de adquirir aprendizajes diversos y recibir recomendaciones de sus autoridades de educación.
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