domingo, septiembre 29, 2024

Salvar una vida

El trasplante de órganos de donantes vivos es uno de los temas médicos de actualidad. Dicen los médicos y expertos en bioética que sólo se deben utilizar en último extremo, cuando no hay otra posibilidad de salvar a un paciente terminal que no admite otro tipo de trasplante.
En un formidable reportaje, Jesús Rodríguez ha abordado hace algún tiempo este gran desafío. En muchos países europeos se discute su conveniencia por el riesgo que puede entrañar para el donante vivo. La opinión mayoritaria se inclina por este remedio extremo una vez que se ha superado la mayor parte de los peligros y se ha perfeccionado su práctica.
El trasplante de órganos salva vidas. Y lo que es más importante, debería estar al alcance de todos para que no prime interés económico alguno, como sucede en EEUU en dónde existen algunas dudas en el sistema de trasplantes financiado por compañías de seguros…
“Hay pacientes que llevan 20 años trasplantados de hígado. Y 30 de riñón”. El trasplante costó vidas en sus primeros pasos y provocó un profundo debate ético. Hasta diciembre de 1954.
“Lo primero fue ganar la batalla al rechazo. A las hemorragias. A las infecciones. Avanzar en los estudios de compatibilidad. Definir y aceptar el concepto de muerte cerebral. Por fin, la aparición de la Ciclosporina, el talismán farmacéutico contra el rechazo. En los ochenta y noventa se sucederían los trasplantes hepáticos, cardiacos, pulmonares. Trasplantes de varios órganos a la misma persona. Trasplantes con órganos de un donante vivo. Y para culminar este brillante capítulo de la historia de la medicina, la creación de órganos humanos por clonación a partir de células troncales. Un futuro que nadie aún se atreve a predecir con exactitud”.
El catedrático de Medicina Dr. García Valdecasas, citado por J. Rodríguez, afirma que la extracción de un pedazo de hígado de una persona sana y su implante en un enfermo es la intervención quirúrgica que más precisión exige a un cirujano. «Hay controversia sobre el hecho de poner en peligro la vida de una persona sana a la que le quitas un segmento de su hígado, pero cuando ves al trasplantado salir a la calle por su pie, esas dudas desaparecen de tu cabeza. También los bomberos se juegan la vida y sigue habiendo bomberos. Lo que no se puede hacer es presionar al posible donante. Debe ser su decisión. Hay que protegerle incluso del cirujano. El donante vivo debe seguir un proceso minucioso de toma de decisión de forma consciente y totalmente informada»…
No todos los cirujanos están de acuerdo con la práctica del trasplante con un donante vivo en el caso del hígado. El trasplante de riñón se ha demostrado más seguro. «Los índices de mortalidad y de complicaciones para el donante son mínimos, y la extracción se puede hacer incluso con pequeñas incisiones. El problema es que con el hígado, muchas veces no tienes otra alternativa. Si no lo haces con donante vivo, se te muere. Pero todavía hay médicos que anteponen la seguridad del donante al beneficio del receptor. Es un debate ético que tendremos que ir solucionando»…
El debate está vivo. ¿Se debe poner en peligro a una persona sana para salvar a otra enferma? Muchos cirujanos son de la opinión de que este tipo de intervención con donante vivo sólo se debe realizar en los mejores centros médicos, con el apoyo incondicional de toda la estructura del hospital y a cargo de cirujanos con gran experiencia.
En el documentado reportaje que comentamos, se aporta la experimentada opinión del catedrático Diego Gracia, experto en temas de bioética, «lo primero es cerciorarse de que el donante no tiene ningún tipo de interés económico. Y como la ley española limita la donación a parientes y allegados, yo creo que evitamos bien el comercio de órganos. Y luego es básico asegurarse de que el donante ha tomado esa decisión de forma libre y autónoma. Hay que decirle al presunto donante que no está obligado, que nadie le puede obligar, que nadie puede decidir por él. Hay que dejarle una puerta abierta hasta el final para que pueda salir. Y el médico le debe proporcionar una cortina de humo si se echa atrás para que nadie se lo pueda reprochar nunca››.
Hay profesionales que opinan que el trasplante de donante vivo tiene ventajas médicas: puedes programar la operación y el órgano está en mejores condiciones, y si encima es de un familiar existe una mayor compatibilidad y menor riesgo de rechazo.
Es decir, tiene muchas ventajas y no debe ser sólo el último recurso, sino una alternativa real.

El autor es Profesor Emérito UCM.

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