viernes, septiembre 27, 2024
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Niños inocentes muestran caminos de nuevas esperanzas

Cuando en Colombia y el mundo se supo que cayó un avión y murieron sus ocupantes, el dolor se apoderó de su población; sin embargo, adquirió un tono especial; cuatro niños de 13, 9, 5 y uno y medio años sobrevivieron y estaban perdidos en la selva; ¿qué hacer? ¿Cómo soportar dolores que no tienen medida y se agrandan cuando parece haber menos esperanzas de encontrar a esos niños?, ¿cómo amortiguar la angustia de un mundo que sólo sabe ajustar sus desesperanzas porque parecía imposible eludir a la muerte en el accidente?
Fluyeron preguntas de varios tonos y, al unísono, muchos con mentes y corazones dolidos imploramos a Dios por la vida de cuatro niños que ya creímos muertos. Grupos de soldados y policías, voluntarios de toda laya, vecinos de comunidades, campesinos de poblaciones aledañas y otros se movilizaron, orando y esperando, recordando que el Creador fue niño, pidiéndole que permita encontrar a los cuatro inocentes. Pasaron los días y las semanas y las preguntas fluyeron llenas de pesimismo, porque era muy difícil que sobrevivieran tanto tiempo; pero, como respuesta a tanto clamor, el día 40 surgió la voz, anunciando que viven, que fueron encontrados en la selva, pese a que no tuvieron alimentos ni alojamiento ni medicinas ni compañía alguna; quedaron solos, sin oír alguna voz que les infunda esperanzas. Posiblemente muchas lágrimas derramaron los menores, mientras el resto del mundo esperaba un milagro, implorando para que los niños lograran sobrevivir eludiendo peligros.
Esos cuatro niños, extraviados en la selva, despertaron sentimientos de dolor y esperanza, aliento y confianza en que podrían ser rescatados, esperando que ellos se mantuvieran con coraje y valentía necesaria para no declinar en la espera de ayuda.
Cuarenta días pasaron con gritos de dolor y lágrimas sin medida; cuarenta días que tuvieron su final no solo para los cuatro niños sino para un mundo consternado, para quienes la noticia llegó con la certeza de que hay Dios y que solo esperaba ponernos a prueba a todos para restañar el sufrimiento y devolver la vida y esperanzas a esos menores que, parecería, son devueltos por la muerte a una vida que puede ser plena para ellos y que la fuerza y valentía que demostraron en la selva, sean ejemplo a seguir en el futuro por niños y jóvenes.
Sucedió el accidente de avión, pero la muerte no pudo cosechar todas sus víctimas, pues con la ayuda de Dios, como dador de vida, en 40 días cuatro niños mostraron lo que es vivir extraviados y supieron soportar hambre y dolores para volver a vivir. Ellos con valentía y capacidad de resistencia pudieron soportar los dolores y suplicios para lograr lo que se creía imposible: derrotar a la muerte.

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