sábado, julio 27, 2024
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No se detiene la venta de ropa usada

Es innegable que en nuestro país muchas personas que no consiguen empleo se ven obligadas a incursionar en el sector informal, dedicándose a la internación por la vía ilegal de ropa de segunda mano, procedente de países de Asia, Europa y Norteamérica. Esa actividad irregular hace que Bolivia se convierta en depósito de enormes cantidades de esas prendas, de las que una parte está en buenas condiciones, también hay ropa nueva que en países ricos es desechada cuando cambia la temporada de uso o porque surge otra moda.
En los mercados informales del país abunda la ropa usada y si bien los precios son accesibles para todo público, el perjuicio es muy grande para la industria manufacturera y artesanos, hasta el extremo de que muchas empresas pequeñas y medianas se han visto obligadas a cerrar, dejando sin ocupación a gente que tenía salario permanente. Lo peor es que la desaparición de esas empresas implica varios problemas, porque quedan pendientes el pago de impuestos, de beneficios sociales, se paraliza maquinaria; quedan productos en almacenes, sin saber hasta cuándo. Además, no se sabe qué hacer con materia prima que fue adquirida con créditos bancarios. Por todo ello, varios propietarios deciden irse al exterior con parte de sus instalaciones o, como medida inmediata, ofrecen lo poco que les queda, con precios de remate.
Desde hace años se sabe que el crecimiento del negocio de ropa usada ha ocasionado millonarias pérdidas a empresas textileras. Es obvio que también el Estado resulta perjudicado, porque los contrabandistas y comerciantes de ropa usada no pagan impuestos ni beneficios sociales a sus ocasionales dependientes. A esas cuantiosas pérdidas se añade el hecho de que buena parte de esa ropa usada es importada de China, por lo que es vestimenta ordinaria, pero por sus precios mínimos compiten con mucha ventaja ante la ropa fabricada en el país.
Cuando los comercializadores de ropa usada van al exterior con sus capitales son recibidos con mucha satisfacción por fabricantes de prendas que, prácticamente, ya era remanentes y considerados como pérdidas por falta de interés en otros mercados. Al respecto del tema, varias veces las autoridades han declarado que “es necesario crear fuentes de trabajo como única forma de evitar la venta de ropa usada y combatir al contrabando”. Pero unas han sido las promesas y otra, muy diferente, la realidad del mercado.
Es urgente, pues, que el gobierno capte inversiones ofreciendo las garantías legales del caso, intensifique la lucha contra el contrabando y evite el ingreso de ropa usada, con miras a crear empleos. De otra forma, desaparecerán más empresas, grandes o pequeñas, que confeccionan ropa, aumentarán las pérdidas económicas, incluso para la entidad recaudadora de impuestos.

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