sábado, julio 27, 2024
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Actitudes contra las empresas

Ciertos sectores políticos han alentado, desde siempre, actitudes anti empresa, según sus postulados ideológicos. Son aquellos que hoy controlan políticamente la mayoría de los países en la región. Unos cuantos se salvan de esa arremetida. Descalifican y postergan el quehacer empresarial y el emprendimiento, para imponer sus designios estatales. Rechazan alianzas con privados, aunque esa unión daría resultados favorables.
Esa arremetida político sectorial conlleva, hoy como ayer, acciones destructivas de las instituciones que generan divisas, aportan al Estado y crean empleo digno y seguro. Asimismo, aviva la división entre bolivianos, entre ricos y pobres, bajo la consigna de lucha de clases. Hecho que no ha permitido cerrar la brecha que separa a poseedores y a desposeídos. No hizo posible, en todo caso, reducir la pobreza, agudizada por la pandemia que ha provocado, en su momento, el cierre de más de 300 industrias (1).
Esos sectores han promovido, en consonancia con sus postulados político ideológicos, la confiscación o nacionalización de empresas privadas, creyendo que con esa medida lograrían mejores condiciones de vida para el ciudadano de a pie. Que cumplirían con su decantado discurso de justicia social. Que mediante las empresas públicas lograrían la salvación nacional, aunque ellas siempre han sido deficitarias. Y es que generaron empleos solo para los adeptos del régimen de turno. Según datos periodísticos, habría, aproximadamente, 500.000 empleados públicos. En consecuencia: aquello no significó solución al desempleo, cuyos índices se elevaron a partir del virus chino.
“El problema radica en que en muchas de las colectividades económicamente incipientes los prejuicios contra el capitalismo y la empresa asumen modalidades de expresión despojadas de una base de racionalismo. Sobre la prudencia y el buen sentido prevalecen en esos prejuicios elementos netamente emocionales que resultan tanto más nocivos cuanto menos desarrollados el sentido de las proporciones y una adecuada información. Los prejuicios anti-capital y anti-empresa, una deficiente comprensión de las realidades económicas (dentro de la cual cae esa falta de sentido de las proporciones a que he aludido) y el casi permanente afán por satisfacer las exigencias de la demagogia o pequeños intereses políticos de momento, determinan en las esferas públicas una actitud que es generalmente poco propicia al desarrollo de ciertas actividades económicas”, escribe René Ballivián Calderón (2).
Va creciendo, en ese contexto, el número de quienes promueven actitudes anti empresa. No solo en el país, sino fuera de él. En la viña del Señor hay de todo un poco. Creyentes y no creyentes, moderados y radicales, partidarios de la empresa privada y adversarios de ella. Convivimos en un mundo diverso. Entre el mal y el bien. Ese es nuestro destino.
En suma: es necesario e imperioso trabajar juntos por el bien común. ¡Ahora o nunca!

NOTAS
(1) “Covid – 19 deja desocupación, inactividad y precariedad”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 11 de enero de 2021.
(2) René Ballivián Calderón: “Principios de Economía Minera”. Talleres Gráficos Lumen Noseda y Cía., Buenos Aires – Argentina, enero de 1961. Pág. 169.

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