sábado, julio 27, 2024
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Capitant, Schmitt y el modelo legislativo boliviano

Bricia Naire Martínez Panozo

La presente nota tiene como fin relacionar y comparar los deseos de dos personajes estudiados en el derecho y política universal. René Capitant (1901-1970), el menos conocido, originario de Francia, abogado y ex Ministro de Justicia, tenía una idea de parlamentarismo opuesto a una separación de poderes, busca más la conciliación de lo que es la Democracia y el funcionamiento de un parlamento. Específica lo que es ser parte de un parlamento y no un simple representante. Es decir, tener una funcionalidad clara como parlamentario electo y posesionado en su curul para ejercer una democracia directa efectiva. Carl Schmitt (1888-1985), por su parte, jurista alemán, concejero de cancilleres alemanes y miembro del estigmatizado Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, tuvo una idea de parlamentarismo desde la legitimidad, los debates públicos a partir de discusiones claras que vayan de la mano con un equilibrio de poderes. El parlamento es el pueblo mismo en el ejercicio del poder, con respeto absoluto a la legalidad constitucional.
Según lo entendido, ambos personajes tienen casi la misma idea en cuanto a la peligrosidad de un “presidencialismo puro”, que concentre el poder en una sola persona, como en las monarquías medievales. Lo ideal, parte desde un Estado de concepción liberal, con separación de poderes y una Constitución construida a la medida de la realidad boliviana. Hablando desde esa realidad, en la actualidad se carece de INSTITUCIONALIDAD, palabra tan reiterada por analistas y actores de la política. Esa palabra que no es parte del modo de vida del actor en el ejercicio del poder.
Tanto Capitant como Schmitt resaltan que el régimen parlamentario es ideal para un Estado Moderno, con la participación activa del soberano a través del parlamentario, que no es un simple representante, es alguien que conoce sus funciones y cuestionamientos a la gobernabilidad y sus procesos, los mismos que no se quedan en quejas, como ahora sucede tanto en el partido oficialista y los de oposición, que llegan a ser simples representantes y acusados de levanta manos.
La asfixia a la pluralidad política es otra realidad actual en el país. Es un problema que en el parlamento falten debates serios y constructivos para aprobar leyes. Tanto diputados como senadores del país parece que quedaron de acuerdo en seguir guiones y libretos de sus partidos y dirigentes principales, en lugar de hacer valer cada uno su cargo como parlamentario, generando una crítica que motive en la opinión pública el interés respectivo por la aprobación de leyes, la fiscalización y el debate mismo.
Capitant y Schmitt tienen un gran material a ser estudiado por parte de actores que en la política propongan reformas, en este caso en el Poder Legislativo, ya que en la actualidad, como se explicó, hay subordinación tanto al Poder Ejecutivo como al partido político o coalición política. El oficialismo y la oposición no están pensando en la INSTITUCIONALIDAD y añadiría que no en la PROFESIONALIZACIÓN del parlamentario. Se necesita gente que esté comprometida a llegar al Poder Legislativo para no solo ser representante, sino entender la democracia y su ejercicio a través del debate y la fiscalización, entendiendo la Constitución Política, las leyes vigentes y proponiendo reformas acordes al momento y la realidad nacional.
Sin duda, los textos de Capitant y Schmitt no solo deben ser analizados por quienes estudien Derecho, Ciencias Políticas u otras carreras referidas al ejercicio de la Política, sino por parte cada persona que esté decidida a ser parlamentario, senador o diputado. Si se lograra contar un importante número de parlamentarios que estén comprometidos con su trabajo, que sepan sus funciones y conozcan la Constitución y las leyes vigentes, acordes a la demanda del cargo, habrá un gran avance para posibles reformas. Y es que este cambio se verá incluso en los partidos políticos, llenando sus listas con gente preparada y comprometida a llegar al Poder Legislativo para generar gobernabilidad desde ese poder del Estado.
Todo con la institucionalidad y la profesionalización, evitando la concentración del poder en pocas manos, como se denuncia al examinar el actual modelo gubernamental, que otorga al Poder Ejecutivo influencia sobre el Legislativo. En cuanto a las fuerzas políticas de oposición, también son denunciadas por esperar instrucciones de la alta dirigencia política a la que representan. En consecuencia, en ambas se puede evidenciar falta de coordinación y mala imagen ante la población, que muestra descontento por cualquier noticia sobre la política nacional.

La autora es estudiante de la carrera de Ciencia Política y Gestión Pública de la UMSA.

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