Francia desplegó ayer blindados y 45.000 policías para contener los disturbios provocados por la muerte de un joven baleado por un agente que, aunque “con menor intensidad”, continuaron por cuarta noche con casi 500 detenidos.
En la víspera del funeral del joven Nahel, de 17 años, el presidente centrista Emmanuel Macron reforzó las medidas de seguridad y apeló directamente a los padres de los menores que han participado en las tres noches previas de protestas.
Su ministro del Interior, Gérald Darmanin, autorizó la movilización de unidades blindadas de la gendarmería, un cuerpo militar que tiene competencias de seguridad pública.
Sin embargo, la noche volvió a traer destrozos, saqueos y lanzamientos de proyectiles contra los furgones de la Policía, que respondía con gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.