sábado, septiembre 28, 2024
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Crisis ministerial de llamativas proyecciones

La dinámica de la sociedad boliviana no solo se caracteriza por la velocidad con la que se desarrolla, sino también por la intensidad de los hechos con que se va desenvolviendo, en especial en la etapa histórica por la que ahora está atravesando.
Esa apreciación es más evidente con los sucesos políticos que se han ido produciendo en el país, en particular la última agitación política originada por la interpelación al ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, acto que concluyó en censura, decidida por mayoría de votos de dos tendencias antagónicas hasta ahora, pero que, debido a singulares aspectos, han aparecido hermanadas en torno a la crítica al personaje que maneja las riendas de la actividad política del país.
El ministro mencionado fue interpelado por un asunto relacionado con al tráfico de drogas, cuya explicación al respecto no satisfizo a los diputados que votaron por la censura, lo cual permitió una salida original en la Asamblea Legislativa boliviana. En efecto, la interpelación a veces determina la renuncia del funcionario cuestionado y en otras lo contrario. En esta oportunidad, Del Castillo volvió a sus funciones, causando el malestar de la oposición y de una fracción del oficialismo. Vale decir que el censurado no dejó el cargo por la voluntad de alguna autoridad, sino por una necesidad política imperiosa, es decir, evitar la solución por el desastre.
Pero eso es historia. En efecto, la reciente censura al ministro del Castillo no habría sido por asuntos personales, sino de notable fondo político, por las proyecciones en que se ha desenvuelto. En efecto, la función de ese ministro fue cuestionada por el jefe del MAS, que lo criticaba duramente desde el principio de su gestión, aunque sin conseguir el resultado deseado. Entonces, ante esa petición, el presidente Arce, con reacción lógica, lo ratificó en el cargo, hecho que significó, por lo demás, la ruptura total de la antigua unidad entre el presidente en funciones y el expresidente Evo Morales, quien hace semanas afirmó que el MAS no tenía participación en el gobierno. En todo caso, ese episodio puso punto final a una unidad política que duró 16 años y que, además, tiene fondo ideológico e implicaría un viraje para la vida nacional.
Eso será juzgado por la opinión pública, sin embargo, queda lo notable de la interpelación, que consiste en que enemigos de ayer apoyaron la censura en la interpelación, es decir que integrantes del denominado “ala evista” y las tiendas opositoras de otrora votaron contra el ministro, lo cual debilitó al presidente y fortaleció a la corriente que impulsa a Evo Morales para hacerse del gobierno “a como dé lugar”. En síntesis, montescos y capuletos tenían el mismo afán, favorecer en alguna medida el retorno de Morales al poder, lo que convertiría la crisis política por ministro, en una crisis de nivel político de notable magnitud.
La crisis, en esa forma, también adquirió mayor relieve cuando el expresidente Gonzalo Sánchez retornó a la arena política con una especie de manifiesto, adjuntando, como programa de gobierno, un proyecto de Constitución. Por otro lado, el cierre del periódico Página Siete ha creado una incógnita difícil de responder en el tema de garantizar el funcionamiento de medios independientes, y tendrá repercusiones.

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