miércoles, julio 31, 2024
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Estéril e inútil confrontación

Los políticos, sin distinción de credos o siglas partidarias, jamás pensaron que, deponiendo actitudes mezquinas e interesadas, se podría construir un destino mejor para las generaciones venideras, en particular. Generando empleo, prioritariamente. Erradicando, asimismo, el cáncer de la corrupción. Como también el nepotismo, el favoritismo y el acaparamiento, de los cargos del sector público, a favor de los adherentes del régimen de turno. Al extremo que éstos suman, actualmente, alrededor de 500.000 burócratas.
Que con humildad, se podría ratificar la vocación de servicio a la Patria. Aquella que, en los últimos tiempos, se ha devaluado, lamentablemente. Parece que todo redunda para beneficio del bolsillo. De ahí que tenemos numerosos nuevos ricos. Lo fundamental, en este contexto, es el servicio a la Patria, para aliviar sus penas y aflicciones. Como en la presente crisis económica, provocada por el agotamiento de los yacimientos de gas.
Que, parando la confrontación, estéril e inútil, se podría evitar el resquebrajamiento de la unidad nacional. Que, aunando esfuerzos, sobre todas las diferencias político-ideológicas, se lograría recomponer aquella unidad, tan deteriorada. Tan solo la conjunción de voluntades y sentimientos cívicos, de ricos y pobres, de orientales y occidentales, contribuirá a ese objetivo superior. Erradicando, de igual modo, odio, mentira, calumnia y amedrentamiento.
Que, desechando la intolerancia e incomprensión, se podría arribar a un buen puerto. A un entendimiento por la paz y el bienestar. Entendimiento que permitiría impulsar el desarrollo por el bien común. Y que surja una cruzada nacional, con la participación de oficialistas y opositores, de empresarios y trabajadores, de políticos e independientes, a fin de resolver problemas que tienden a agudizarse, como desempleo, informalidad, elevación del costo de la canasta familiar y pobreza.
Desgraciadamente los políticos siempre estuvieron enfrascados, por supuestas tendencias ideológicas, en una estéril e inútil confrontación, sin tomar en cuenta los supremos intereses nacionales. Confrontados por rencillas menores e insignificantes. Pretendiendo controlar el aparato estatal, para satisfacer los apetitos de sus partidarios. Preocupados, hoy como ayer, por sus ambiciones personales y menos por el destino patrio. Tampoco por el bienestar social.
“Si la Revolución Nacional y el Movimiento Nacionalista Revolucionario no corrigen sus errores; no ponen freno a la inmoralidad y a la anarquía; no sustituyen el gobierno de partido por el gobierno nacional; si no terminan con el sectarismo prepotente y no devuelven al país la plenitud del sistema democrático, serán desbordados por los acontecimientos y por la atomización que les roe las entrañas”, advirtió, hace más de 60 años, el reconocido escritor nacional Fernando Diez de Medina (*). Pero los políticos de entonces no hicieron caso a esas palabras. Y pasó lo que conocemos. Todo ello está registrado en la memoria histórica.
En suma: los políticos, cualquiera fuere su tendencia ideológica, deberían movilizarse con humildad, desinterés e imbuidos con un espíritu patriótico, por el bien común.

(*) Fernando Diez de Medina: “De Bolivia y su destino – Reflexiones para un Tiempo de Crisis”. EL DIARIO, La Paz – Bolivia, 17 de febrero de 1962. Pág. 4.

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