Parte II
El nombre de Ignacio Vera de Rada nos explica la permanente proyección de sus ideas, de manera que en no pocas veces su expresividad incisiva parece estar reñida con una paralela serenidad y convicción sobre lo que escribe. Cien años del Colegio La Salle en La Paz: Historia de una aventura educativa no es la excepción, de manera que en ella convergen todos los sentimientos del autor, traducidos en una honestidad intelectual que más de una vez le significó críticas ácidas ante las que él no se doblega, en un tiempo en el que muchos escritores y profetas de otra laya sí lo hacen. Es de los escritores que no subastan su visión de la vida, aunque el precio sea alto. El beneplácito de sus lectores, para el autor del libro, siempre estará sometido al pudor de su pluma. Vera de Rada, en géneros como el del libro que nos ocupa, es decir el histórico, escribe lo que el lector necesita saber antes de lo que el lector desearía leer. Así, Vera de Rada tomó el pulso de las realidades sociales de hace más de cien años y su análisis es histórico, pero también crítico; y sin ser cáustico, es a veces gratuitamente arriesgado tratándose de un libro de la naturaleza del que tratamos.
Habían transcurrido apenas diez años de las Escuelas Cristianas en La Paz y los obstáculos que el gobierno ponía al libre desenvolvimiento de La Salle pasaron a segundo plano porque la conflagración bélica del Chaco reclamaba la participación de jóvenes lasallistas en un momento histórico en que el colegio había alcanzado un notable prestigio, pero insuficiente como para sustraerse al anhelo de cambio de las estructuras vetustas y decadentes. Entonces La Salle asume consciencia de que valores decrépitos, instituciones apolilladas y la expoliación de las mayorías fueron la causa de una guerra estúpida que, como es de suponer, tuvo sus incidencias también en el funcionamiento del sistema educativo. Aunque el libro hace referencias generales en relación a las vidas que varios alumnos sacrificaron en el frente de batalla, especialmente enfatiza la labor social y solidaria que la comunidad lasallista prestó a los huérfanos y viudas de aquella confrontación. De ahí, por ejemplo, que Bautista Saavedra tuviera una predilección especial por la obra, para entonces ya sobresaliente, de los hermanos de las Escuelas Cristianas.
Esta primera parte del libro hace una ligera reseña sobre el estallido de la Segunda Guerra Mundial y las consecuencias que de ella derivaron en nuestro país: el surgimiento de corrientes hasta entonces ajenas, como el fascismo o el socialismo, desplazando a las teorías conservadoras y liberales dominantes hacia finales del siglo XIX y principios del XX, que desde su visión no tuvo una directa incidencia en la educación nacional, o por lo menos en el sistema que desde sus inicios adoptaron los hermanos de las Escuelas Cristianas, despojándose incluso de toda influencia extranjera hacia 1940, incluso de la que en cierta forma ejercía hasta entonces Francia, a partir de lo que su mérito se redujo a ser la cuna de san Juan Bautista de La Salle, y nada más.
Sin duda se trata de un trabajo minucioso de investigación, tanto que, para elaborarlo, el autor tuvo que acudir al repositorio bibliográfico más completo de la región: el Archivo Histórico del Distrito de Argentina, en Córdoba, que guarda la información más fidedigna y antigua de los hermanos de las Escuelas Cristianas. Nunca imaginé que un libro de este género y con esta temática pudiera atraparme. Y, sin embargo, éste creó en mí un clima mental de expectativa por todas sus revelaciones históricas. Las descripciones de la ciencia y el arte, la performance del hermano Pedro Jiménez en las expresiones artísticas y, finalmente, la galería de fotografías que tiene en sus últimas 50 páginas y que retrata los momentos estelares y a los personajes más conspicuos del colegio, invitan a leer la obra con disfrute, no solo a quienes han pasado por sus aulas o han desempeñado la docencia en alguna etapa del colegio, porque la naturaleza histórica de la obra la hace fascinante para cualquiera que quiera nutrirse de la siempre controvertida aventura republicana.
Augusto Vera Riveros es jurista y escritor