lunes, julio 8, 2024
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Sin apego a intereses mezquinos

Un conocido intelectual sostiene: “Los líderes han sido responsables de los crímenes más terribles y de las más extravagantes locuras que han deshonrado a la raza humana. También han sabido impulsar a la humanidad hacia la libertad individual, la justicia social y la tolerancia religiosa y racial. El liderazgo democrático es el arte de fomentar y administrar innovación al servicio de una comunidad libre. El determinismo puede o no ser cierto, pero incuestionablemente viola nuestros instintos humanos más profundos. Cancela la idea de la libertad humana, desacreditando el supuesto de elección que sustenta cada palabra que pronunciamos y cada decisión que tomamos” (1).
Los bolivianos, en consecuencia, requerimos líderes de una contextura política democrática, incuestionable. Honestos, diligentes y desprendidos. Que construyan un país competitivo, en libertad y con respeto a la dignidad humana. Que sean dedicados a generar desarrollo, con vocación de servicio a la Patria y a los sectores desheredados. A éstos que vivieron, en dictadura y en democracia, en la incertidumbre, debido a sus escasos recursos económicos. Posiblemente ahora, más que nunca, cuando el costo de la canasta familiar, sube aceleradamente, mientras los gobernantes miran de palco.
Líderes sin apego a intereses particulares, mezquinos y ajenos. Y sin afanes de perpetuarse en el Poder ni de enriquecerse mediante la corrupción. Con humildad, con tolerancia y decisión, se constituirían en paradigma, para futuras generaciones.
Pero, lamentablemente, “los p’ajpakus (charlatanes de plaza)” (2), como dijo alguna vez Carlos Mesa Gisbert, proliferaron en esferas de la clase política, en todo tiempo. Ellos desvirtuaron la imagen y el discurso de quienes se dedicaron a esa noble actividad. Tuvimos, verdaderos y dignos líderes, cuyos esfuerzos están debidamente registrados en la memoria histórica.
P’ajpakus, conocidos como los “sabihondos del arte de gobernar”, quienes se equivocaron, en más de una ocasión, en sus cálculos, acerca de la coyuntura y el devenir político, ocasionando serios problemas, a gobernantes, en particular. Que empañaron, con sus desatinadas estimaciones, la imagen del país. Que promovieron, en muchos casos, un búmeran que los destruyó. Inclusive provocaron la caída de algunos gobiernos, cuyos personeros, tuvieron que soportar la persecución, el ostracismo o el encarcelamiento. Obligados a dejar el Poder y a la familia. Cálculo que no concordaba, en ciertos momentos, con la realidad, sino que buscaba salidas desesperadas ante los problemas. Con el afán, inclusive, de perpetuarse, en el Poder. Son muchos los problemas que ocasionaron, como desempleo, informalidad, contrabando, narcotráfico y pobreza, que se constituyeron en el rostro de la vergüenza nacional, hoy como ayer. Y en dolor de cabeza, para los gobernantes.
En suma: los bolivianos necesitamos líderes que construyan con miras al futuro.

NOTAS
(1) Arthur Schlesinger Jr.: “Democracia y liderazgo”. EL DIARIO, 15 de mayo de 1988.
(2) Carlos Mesa Gisbert: “En la hora de la transición”. Nueva Sociedad, Caracas – Venezuela, noviembre – diciembre de 2001. No. 176, Pág. 10.

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