jueves, agosto 1, 2024
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Masaje presidencial

Conmemorando el 198 aniversario de nuestra independencia como república, el primer mandatario del Estado Plurinacional Folklórico y Multilingüe de Bolivia, impartió su mensaje a la nación, en la Casa de la Libertad de Sucre, en medio de autoridades de gobierno, así como miembros de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Dicha alocución, que duró más de una hora, tuvo la extraña peculiaridad de no nombrar a los anfitriones de ese histórico recinto, como al Libertador Simón Bolívar y menos a Antonio José de Sucre, cuyos retratos parecían observar muy contrariados esa garrafal falta de cortesía. En su lugar, leyó una nutrida lista de personajes aimaras, a quienes los bolivianos deberíamos nuestra independencia.
Es de suponer que dicho olvido protocolar fue sugerido por el último Inca aimara que presidió el acto, desde el sillón que otrora fuera labrado para el Libertador y cuya existencia nos era totalmente desconocida, ya que el Inca Huayna Cápac, progenitor de Huáscar y Atahualpa, jamás lo mencionó, y menos surgió de algún posible himeneo que este decimosegundo Inca hubiese celebrado con alguna princesa aimara, acontecimiento ignorado extrañamente, hasta por el propio cronista real, don Garcilaso de La Vega, en su Florida del Inca, o en sus Comentarios Reales.
Es más, ingresando al fondo de su alocución, el primer mandatario volvió a citar pasajes inspirados en la sabiduría del vicepresidente, quien dijo: “la corrupción, –en la que está inmerso su gobierno– tiene origen colonial”. O sea, después de ya haber gobernado dos décadas, fue difícil reconfigurar ese chip de corruptos que los Almagro, Pizarro y otros trajeron consigo e implantaron en sus “hermanos”. Y, como un ferviente anhelo, Choquehuanca añadió que, en el año 2034, cuando se cumplan los 500 años de la llegada de estos demonios hispanos, termine esta “maldición” y todo vuelva a ser como el paraíso del Incario.
Asimismo, fue muy difícil para el presidente abstraerse de ingresar al tortuoso terreno del narcotráfico, al cual tuvo que dedicarle casi la mitad de su mensaje, dando cifras sobre exportaciones de droga durante gobiernos anteriores, como si de un informe de Directorio se tratara, dirigido a socios y accionistas e interesado en mostrar que lo que ocurre ahora no es para alarmarse. Muy por el contrario, dijo que el tema del narcotráfico debe ser tratado con actitudes e instituciones regionales en lugar de que sean solamente nacionales, ¿La DEA por ejemplo? Ya que se abstuvo de explicar detalles de su propuesta.
Curiosamente, en forma simultánea a lo que acontecía en la Casa de la Libertad en Sucre, en la hermana República de Colombia, el presidente Iván Petro era acusado por su propio hijo Nicolás de haber recibido dinero del narcotráfico, en medio de un triste episodio que nos demuestra que los gobiernos que se llaman progresistas han terminado siendo pobrecistas y víctimas de este flagelo que, tarde o temprano, salda sus cuentas mediante su justicia propia del plomo por plata o a la inversa.
Finalmente, como colofón de esta arenga presidencial, los parlamentarios de la bancada de creemos, con pancartas en mano y con la imagen del gobernador de Santa Cruz gritaban: ¡liberen a Camacho! Y, a la salida del presidente de esa Casa de la Libertad, una multitud le exigía que diga dónde está el narco Márset. Ante esta inusual forma de protesta y, con una habilidad de terapeuta, sólo le queda convertir su mensaje, en un Masaje presidencial.

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