domingo, julio 7, 2024
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Santa Cruz en un mal momento

El presidente Arce ha emitido su Informe a la Nación desde la Casa de la Libertad y si bien ha sido aplaudido por sus partidarios (abucheado por algunos pocos valientes, hombres y mujeres), lo cierto es que fuera del recinto histórico, en la hora de opinar, el balance de lo dicho por el primer mandatario, ha sido muy cuestionado. Hay coincidencia en que Arce, más que informar a fabulado, que se ha inventado cosas y se ha olvidado, a propósito, de otras. En suma, que ha habido mucho de cuento con eso de una Bolivia quimérica que está recuperándose y que su industrialización ya está en marcha con el litio y con nuevos descubrimientos gasíferos, que nos pondrá boquiabiertos de alegría.
Si los bolivianos creen que las cosas van tan bien como dice el presidente, en buena hora. Lo que vemos desde Santa Cruz, es otro cantar, porque no hay nada que hacer que una cosa sucede en las alturas y otra en la llanura. Bolivia puede estar muy bien a los ojos grandes de quienes gobiernan, pero Santa Cruz y el oriente está muy mal porque, al parecer, quienes ostentan el poder, nos observan con microscopio.
No quiero pasar por pájaro agorero o de mal agüero, porque es lo que menos me gusta. Siempre he sido optimista, positivo, hasta que el optimismo se convierte en una soberana estupidez en una situación como la actual. Santa Cruz no está bien política ni socialmente. Es totalmente cierto que el departamento sigue trabajando y produciendo, que los empresarios grandes y chicos no dejan ni un solo día de generar recursos pese a las trabas; pero el contagio del populismo, de la demagogia masista, ha calado tan hondo que se ha apropiado de muchas almas, aunque suene cursi y dramático.
¿Cómo es posible que hace tanto tiempo tengamos a nuestro gobernador, democráticamente elegido, secuestrado en Chonchocoro? ¿No es una afrenta, una humillación, que solo la puede aceptar un pueblo débil? Esa acción, netamente política, estratégicamente elaborada con maldad, se ha realizado, no solo para castigar a Luis Fernando Camacho por su actuación en 2019, sino para castrarnos institucionalmente. Y lo han logrado, porque Camacho tiene que gobernar el departamento desde una cárcel, ya que no quiere darle gusto al MAS de renunciar a su amplio triunfo electoral, y por lo tanto se ha creado una situación anómala, cuando al vicegobernador Aguilera, elegido también por el voto, no se le permite reemplazarlo y resulta siendo una figura casi inexistente. El Gobierno ha logrado nomás lo que deseaba: crear caos, malestar, y pugna entre cruceños. ¿De qué nos ha servido el logro de poder elegir a nuestro gobernador por el voto popular? En este país, sin Dios ni ley, no ha servido para nada. Mucho más poder tenían los anteriores prefectos, porque eran elegidos a dedo desde el Palacio, es decir, porque eran funcionarios a gusto del presidente.
Y no hablemos de la alcaldía porque ahí sí que las divisiones que se han creado son serias y el alcalde es apoyado por los migrantes y por un sector del masismo, pero no por el pueblo que antes votó por Percy Fernández, por ejemplo. En cuanto a obras, hay muchos proyectos fantásticos que se ven en la tele, pero la ciudad sigue igual, sucia y nuevamente víctima de una invasión de informales que inundan las veredas y calles, donde, fuera del daño al tráfico vehicular y de las personas, comen y descomen a placer.
No sabemos si el Comité Cívico puede hacer algo ante un escenario como el actual. En un caos como el precedente, el Comité no puede estar bien. Sabemos que el Gobierno detesta al comiteísmo cruceño, así que, por ahora, su papel está constreñido a moverse prudentemente en medio de un vacío de posiciones fantasmales enfrentadas.
Santa Cruz está minada por dentro y su pueblo o no se da cuenta o se ha vuelto indiferente. Los mejores jóvenes universitarios están siendo reclutados por el MAS que los incentiva económicamente y los hace estudiar dentro de su línea política. Ya no le interesa tanto al MAS cruceño la juventud de los mercados y la calle. Eso se hace con dinero contante y sonante, lo que parece que del otro lado no hay capacidad o voluntad para contrarrestar.
No nos engañemos. Seguimos siendo la gran fuerza productora del país sin la menor duda, pero estamos enmarañados políticamente, avasallados y bloqueados a diario. De no ser así, podríamos producir el doble o el triple de lo que producimos. Los gobernadores han sido elegidos para gobernar sus departamentos, son los llamados para eso, y deben tener la autoridad suficiente para poner orden. En Santa Cruz para mandar a que se levanten los cercos en cuanto se instalen y no ceder su poder constitucional al jefe de la Policía, que debería ser un colaborador eficiente y disciplinado, como fue en la época de los prefectos.

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