domingo, julio 28, 2024
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Iván Barrientos dejó un vacío muy grande tras su fallecimiento

Iván Barrientos dejó un vacío muy grande tras su sensible y llorado fallecimiento, el 17 de agosto del año 2022.

Su partida generó un sinfín de muestras de dolor en el medio artístico nacional e internacional, no era para menos. Por las manos y oídos de este extraordinario ingeniero de sonido, músico y productor boliviano pasaron los trabajos discográficos de los Kjarkas, Llajtaymanta, Grupo Femenino Bolivia, Lapsus, Veneno y La Bamba, entre otros conjuntos nacionales, que fueron galardonados con discos de Oro y Platino.

Además de ser bajista por casi dos décadas de los Kjarkas, fue compositor de innumerables éxitos de la música boliviana, como la cumbia “Tanto amor”, interpretada por Weimar Delgado y popularizada por el grupo La Bamba.

Al recordar un año de su muerte, La Guía conversó con Rilver Herbas, director de la Fundación Kjarkas y amigo personal de Iván, para que nos cuente el aporte que dejó el desaparecido y querido artista boliviano, con quien también trabajó en varios proyectos musicales.

LG: ¿Cuán grande es el vacío que dejó Iván Barrientos a un año de su muerte?

RH: En el mundo artístico, de la grabación de fonogramas, realmente dejó un vacío muy grande. Iván no solo grababa, sino que como ingeniero de sonido de estudio dirigía las grabaciones y además aportaba con su creatividad en arreglos, con ideas nuevas y, sobre todo, cuidaba la calidad de las grabaciones porque tenía oído absoluto. Seguramente lo extrañan muchos grupos musicales.

LG: ¿Qué destacas más de la faceta musical de Iván?, ¿cuál fue su mayor aporte a la música?

RH: Realmente nuestro querido Iván era multifacético.  Ejecutaba varios instrumentos musicales, sobre todo el bajo electrónico, instrumento con el que acompañó a varias agrupaciones musicales, últimamente a los Kjarkas. Además de todo, considero que su mayor aporte fue grabar más de 8.000 obras musicales, participando como ingeniero de sonido, grabando su bajo y aportando con sus composiciones, como “Tanto amor”, que fue un éxito en Sudamérica.

LG: ¿Qué proyectos emprendieron juntos?

RH: Tuve la dicha de ser amigo y hermano de tantos proyectos junto a Iván Barrientos. Compartíamos la misma filosofía. (Éramos) soñadores y eludíamos el pragmatismo para plasmar sueños difíciles. Creamos juntos el Centro Cultural Kjarkas, por el afán de integración nacional y la ansiada unificación del folclore boliviano. Lanzamos el grupo Prendados y también me apoyó decididamente en las grabaciones del grupo Diverso, así como en la creación de Los Trimánticos, como en otros proyectos, todos sin fines de lucro.

LG: Y ¿qué resaltas de la participación de Iván en los Kjarkas?

RH: Con los Kjarkas se hizo visible la calidad profesional de Iván. Grabó los últimos 5 discos, en los que la exigencia por conseguir la excelencia en el sonido fue lograda en forma meticulosa. Además de ello, Iván se convirtió oficialmente en el bajista de los Kjarkas y asesor directo del sonido “en vivo”.

LG: ¿Cómo lo definirías en pocas palabras?

RH: Como un ser humano excepcional, músico por antonomasia, un amigo en toda la expresión de la palabra… realmente nos dejó un gran vacío.

LG: ¿Qué significó para ti Iván y cómo tomaste su fallecimiento?

RH: Iván era mi hermano. Llenaba la vida de mucha gente, era mi mayor apoyo, mi confidente, cómplice en tantas luchas. Me ayudó a caminar en el lado del bien. Su muerte fue una gran pérdida, un vacío inmenso.

EL MÚSICO

Iván Barrientos Murillo nació el 17 de octubre de 1966 en Tupiza, Potosí, pero se consideraba “más paceño que nadie” porque casi desde que recordaba, siempre vivió en La Paz, según contó en la entrevista que le hizo el entonces suplemento Tu Guía del periódico EL DIARIO.

Nació en el seno de una familia de músicos, lo que le guió por el camino del arte, en el que destacó por su calidad interpretativa.

Iván se definía como una persona pacífica y de carácter tranquilo. Y aseguró en aquella oportunidad que uno de sus defectos era que siempre fue demasiado pasivo.

Padre de Verónica, Fernanda y Mateo, sus adorables hijos, estuvo casado con Crisel Martínez, quien lo acompañó hasta su fallecimiento en Cochabamba, ciudad donde residió en los últimos años.

Tras 15 años de trayectoria artística y una notable carrera como ingeniero de sonido, en octubre del año 2000 se dio su debut internacional con los Kjarkas, grupo en el que estuvo mucho tiempo.

“Me siento muy comprometido con ellos, sentimental y musicalmente. Estoy dispuesto a dar lo mejor de mi arte. Estoy feliz de estar en el primer grupo folclórico del país”, decía en ese entonces Iván.

Y el resto es historia. Una hermosa historia de éxitos, triunfos, viajes, inolvidables momentos, conciertos y mucha hermandad con sus otrora compañeros de música.

“Descansa en paz, Iván, Ivancito, Ivancho, Ivanchín, Inge…. Nos haces mucha falta”, es parte de los mensajes que dicen los músicos, amigos y familiares del sonidista y artista boliviano, del que no se cansan de destacar, en resumen, su “profesionalismo, talento, buen oído, apasionamiento, sencillez y humildad”.

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