El hábito de la lectura es, sin duda, uno de los pilares fundamentales para el desarrollo cultural e intelectual de la sociedad, pues la lectura genera conocimiento y el conocimiento desemboca en desarrollo, no solo intelectual, sino también económico y social. Lastimosamente, en Latinoamérica existe una preocupante falta de hábito de lectura, lo cual lleva a plantear la posible relación entre este fenómeno y la aceptación de regímenes progresistas o totalitarios.
La falta de hábitos de lectura en la sociedad latinoamericana ha sido ampliamente documentada. Según un informe de la UNESCO, en países como Argentina, Brasil y México el promedio de lectura por habitante es de menos de un libro al año; en Bolivia se estima que el 63% de la población no ha leído ni un solo libro, quizás debido al bajo ingreso económico que presentan, aunque este fenómeno también se da en personas con ingresos económicos medios o altos. Esta situación refleja una falta de interés generalizada hacia la lectura y una falta de acceso a material literario de calidad. Esta realidad contrasta con países desarrollados, donde el hábito de la lectura es más frecuente y está asociado con niveles educativos más altos.
Uno de los posibles efectos de la falta de este hábito en la sociedad latinoamericana es la escasa o nula formación crítica de la población. Sin la exposición a diferentes puntos de vista y sin el desarrollo de habilidades de análisis y reflexión, se dificulta la capacidad de discernir entre discursos políticos vacíos y propuestas realistas y viables. Las personas se vuelven más vulnerables a creer en promesas populistas y en líderes carismáticos que apelan a las emociones y a la simplicidad de sus mensajes, en lugar de evaluar sus propuestas con una mirada crítica y fundamentada. No es para nada ilógico argumentar que la masa acrítica descrita por José Ortega y Gasset tenga sus raíces en la falta de interés por la lectura.
Sumado a la falta de formación crítica, la falta del hábito de lectura influye en la formación de una sociedad menos informada y, por ende, más propensa a la manipulación mediática. Los regímenes progresistas, populistas y totalitarios tienden a ejercer un control excesivo sobre los medios de comunicación, limitando la diversidad de voces críticas hacia este tipo de regímenes. En este aspecto, una población que no lee regularmente puede tener menos acceso a información verídica y, por ello, llegar a presentar una menor capacidad para cuestionar la versión oficial de los hechos, lo que lleva a la población a una mayor aceptación de las políticas de gobierno y a una menor participación en debates públicos fundamentales para el desarrollo de una sociedad democrática.
Asimismo, repercute de manera directa, en el desarrollo socioeconómico de la región. La lectura no solo permite adquirir conocimientos, sino también desarrollar habilidades cognitivas, creativas y comunicativas que son fundamentales para el progreso individual y colectivo. El acceso a la lectura amplía las oportunidades educativas y laborales, contribuyendo a la formación de ciudadanos más activos en la vida política. La falta de este hábito puede limitar el desarrollo de las capacidades de la población, generando mayores niveles de desigualdad y dificultando la superación de la pobreza y la construcción de sociedades más justas y equitativas.
Para concluir, la falta de hábito de lectura en Latinoamérica está relacionada directamente con la aceptación de regímenes populistas. Su falta de interés limita la formación crítica de la población y aumenta su vulnerabilidad a discursos simplistas y engañosos. Es tarea urgente promover a la lectura como herramienta principal para el fortalecimiento de la democracia, la educación y el crecimiento personal, para así contribuir con el avance de la sociedad latinoamericana, construyendo espacios de desarrollo más prósperos y democráticos.
El autor es teólogo, escritor y educador.