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Resquebrajamiento político

El gobierno nacional, que regía los destinos del país, desde 1971, convocó a elecciones generales, para el primer domingo de julio de 1978. La convocatoria fue dada a conocer en noviembre de 1977. “Se decía, por un lado, que las metas propuestas para 1980 ya habían sido alcanzadas. Se indicaba, por otro, la necesidad de que el pueblo boliviano tuviera un gobierno constitucional para enfrentar el centenario del enclaustramiento marítimo” (*).
En consecuencia, el anuncio de una contienda electoral, cambió el clima político. Reavivó, a su vez, el odio y las pasiones políticas. En vez de cerrar filas, se dispersaron los partidos. Todos querían entrar a la competencia referida. Pero la mayoría estuvo devastada y en condiciones desfavorables. Es que, a raíz de los “Decretos de noviembre”, de 1974, que prohibía toda asociación política, los partidos se vieron debilitados y, para el colmo de males, fraccionados. No hubo ni uno que haya mantenido la primigenia unidad. Estuvo en boga, en esos días, colocarse el aditamento de izquierda. Acaso la mayoría quería aparentar ser izquierdista. E incluso los más conservadores.
Se aprestaron a competir, en ese contexto, el MNR histórico y el otro supuestamente de izquierda, cuyos jefes estuvieron muy distanciados, por esas cosas que genera la suspicacia, en la actividad político – partidista. Una Falange Socialista Boliviana que se había resquebrajado, también, en un sector de izquierda. Todo ello fue la secuela de la alianza MNR-FSB, que secundó la revolución de agosto de 1971. Y los llamados izquierdistas, pequeños y sin convocatoria, enfrascados en sus altercados, de manera irreconciliable. Había pro moscovitas, pekineses, trotskistas, elenos y los pores. Algunos no creían en el proceso democrático, sino en la lucha armada. Hubo, asimismo, un partido creado al calor del Poder.
El divisionismo, crónico y sectario, había corroído, por lo visto, las bases de sustentación de los partidos, de tendencias ideológicas encontradas. Por tales hechos perdieron credibilidad y convocatoria. Ello ocurrió hace aproximadamente 46 años. Estamos revisando la historia. Ahora, en democracia, que tiene vigencia de más o menos 41 años, se reeditan, de una u otra manera, tales manifestaciones.
El divisionismo, estimulado por intereses sectarios, corroe las entrañas de cierto partido, que detentó el gobierno, por muchos años. Sus mandos medios, incluyendo a sus bases, están en permanente confrontación, tratando de justificar lo injustificable. Buscando tender cortinas de humo. Acusaciones van y vienen, de ambos lados, provocando el deterioro de las imágenes de sus principales jerarcas.
La ciudadanía, de nuestra época, que adquirió una envidiable cultura política, no se deja engatusar fácilmente. De ahí que exige la remoción de ideas, de cuadros y dirigentes, a fin de profundizar la democracia, con un contenido de alternabilidad en el Poder, descartando cualquier copia de autoritarismo. Y evitar, de tal modo, la decadencia y descomposición político – partidista.
En suma: ojalá la remoción llegue a tiempo, en democracia, antes que el desencuentro haga de las suyas.

(*) “Huelga de hambre” – Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Bolivia -. Impreso, en Bolivia, en 1978. Pág. 15.

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