miércoles, julio 31, 2024
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La práctica derriba sueños socializantes

Hace alrededor de cincuenta años, la filosofía idealista dominaba en el mundo. Después, los ideólogos de Moscú vieron con estupor inesperado el aparatoso derrumbe del imperialismo soviético que apenas había cumplido setenta años, pero que se pensaba que sería eterno. Es más, cuando se creía que ese sistema solo podría ser derrotado con una guerra, se desplomó, sin que alguien dé un tiro y se detuvo el desarrollo histórico del sistema comunista. Nada más ni nada menos que la práctica del orden soviético demostró que no servía.
Desde entonces, mucha agua corrió bajo los puentes, pero sobrevivió una corriente política utópica, como si, naufragado el socialismo en Rusia, quedara una tabla de salvación para su resurrección. Ese salvavidas era conseguir que América Latina se convierta al socialismo, lo cual daría pie a ser descompuesto no por factores externos, sino por factores internos, al tratar de restaurar el sueño socialista que se había disipado.
Producida la catástrofe, se aseguró que la fórmula del “socialismo del Siglo XXI” en Latinoamérica daría los efectos esperados y el planeta volvería al orden común y, entonces la humanidad gozaría en un paraíso rojo. Entonces, la receta salvadora fue puesta en práctica y Cuba era la punta de lanza para el experimento, el mismo que se realizó en Venezuela y que enseguida fue contaminando a otros países de la región.
En los primeros años de intento ese sueño parecía posible, porque los países contaminados con el socialismo Siglo XXI tenían reservas económicas acumuladas para enfrentar crisis de grandes proporciones. Pero, se acabó el dinero, y los experimentos efectuados en Venezuela, Argentina, Nicaragua y no menos Bolivia, se convirtieron en paradigmas de calamidades. Es más, para salvar la nave, los ilusos imaginarios del “socialismo del Siglo XXI”, inventaron otra nueva fórmula salvadora. Esta era la populista, consistente en que había que hacer resurgir antiguas comunidades, ya en desaparición y, sin pasar por la etapa capitalista, entrar a la construcción del nuevo socialismo.
Ese experimento fue desarrollado durante más de veinte años, pero entró en un proceso de decadencia incontenible. Venezuela, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia ingresaron en la vía del desorden catastrófico y se produce en forma inevitable y si algo queda de él, es por la vía del temor y el autoritarismo. En la misma forma que el imperialismo de Moscú entró en la práctica, éste fracasó. Al respecto, los ejemplos son escalofriantes.
Finalmente, se puede considerar que después que la práctica ha demostrado por todas formas, que las teorías socializantes son un fracaso, primero en Rusia y, segundo, en los países donde hubo el experimento llamado del Siglo XXI, los pueblos engañados por espejismos del desierto han reaccionado con fuerza y sensatez. Y, mediante elecciones, han puesto en retirada a los impostores, como en Perú, Ecuador, Paraguay y, por qué no decirlo, Chile, donde fueron derrotados los ilusos que creyeron imponer sus sueños socialistas, porque lo cierto es que no hay condiciones para esos efectos metafísicos.

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