viernes, agosto 16, 2024
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Necesitamos iniciativas para mejorar la economía

Que en el país soportamos dificultades económico-financieras no es novedad; en el pasado en varias oportunidades hubo graves problemas y pudimos salir adelante. Hoy la situación se muestra difícil, pero como siempre: podemos salir adelante y todo está supeditado a la voluntad y capacidad de gobernantes y gobernados para enfrentar lo que sobrevenga. Hay pasos que se debe dar: producir más; obrar bajo parámetros de austeridad y ahorro, impulsar y ayudar a que la actividad privada se desarrolle en condiciones favorables y se logre mejorar la calidad de producción con miras a la exportación. Es tiempo de abandonar el prurito de esperar demasiado a que el gobierno actúe previamente y con acierto, lo que no sucede generalmente.
Por su parte, obviamente, el gobierno debería aplicar políticas no solo para fortalecer la economía sino para que la producción mejore en cantidad y calidad. Pero la actividad privada no debería esperar “manos salvadoras” si tiene las suyas para resolver problemas y allanar obstáculos que se le presentan, por ejemplo, por la competencia desleal de actividades informales o por las trabas burocráticas. En tal sentido, se requiere iniciativas para atraer inversiones no solamente para contar con maquinaria, sino para capacitar personal. Tales desafíos deben ser encarados también con apoyo de los sectores laborales, cuyos derechos nadie niega y cuyas condiciones de vida pueden mejorar sustancialmente, pero con voluntad homogénea para aumentar la capacidad productiva.
Sin embargo, vivimos tiempos en los que surgen variados conflictos que dan lugar a medidas que causan enormes perjuicios económicos, como marchas de protesta, huelgas y bloqueos de calles y carreteras, por falta de atención gubernamental a demandas de sectores de la sociedad. Como las soluciones tardan en aparecer, el clima social de convulsión ahuyenta a inversionistas nacionales o extranjeros.
Ahora, además, cada vez es menor la producción agrícola, por lo que muchos alimentos son introducidos, generalmente vía contrabando, desde países vecinos para abastecer los mercados nacionales. Esa actividad irregular también afecta a los artesanos y pequeñas fábricas que no pueden competir con los precios bajos de artículos que entran de manera ilícita y que son accesibles para la esmirriada economía popular. Lamentablemente, en la época de las “vacas gordas”, cuando por la venta de gas a Brasil y Argentina nuestro país recibía ingentes cantidades de dinero, no se tuvo la previsión de hacer inversiones para producir más y diversificar nuestra economía, fortaleciéndola como correspondía. Y como resultado del derroche de esos recursos económicos, hoy las mayorías soportan una difícil situación económica que se agrava por problemas como el cierre de empresas formales, el aumento del desempleo y la migración de compatriotas a otros países en busca de mejores condiciones de vida.

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