domingo, julio 7, 2024
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Cultura de la violencia

Los radicales jamás han sido partidarios de la Patria, de la vida y la salud, sino de “métale no más”. Actitud que está inscrita en la memoria histórica. Cuando la pandemia, de origen chino, golpeaba a Bolivia, hicieron de las suyas, con movilizaciones sectoriales. ¿Qué enseñanzas podrá adquirir la ciudadanía de ellos? Quizá la cultura de la violencia, la que no le llama la atención, porque la población es contraria a esas prácticas que propician la confrontación entre hermanos.
De veras que a ciertos bolivianos les falta voluntad de cambio, para avanzar hacia la convivencia pacífica. En un mundo con justicia y libertad en democracia. Y que signifique entendimiento y productividad por el bien común. Ese es el anhelo, ciertamente, en jornadas marcadas por la incomprensión e intolerancia.
Desgraciadamente, por la poca eficiencia de los gobiernos de turno, seguimos enfrascados en medio de la convulsión y el “enguerrillamiento”, que siembran zozobra e incertidumbre en la población, ávida de días mejores. Configurando un destino nacional poco viable. Con el inútil derramamiento de sangre, además. Cada gota de ella pesa sobre la conciencia de los violentos.
Diremos que todo “bloqueo”, de uno u otro sector, por demandas insatisfechas, intercepta la búsqueda de un desarrollo nacional, acorde con los sueños y aspiraciones de la ciudadanía. “El desarrollo sostenible –como dicen– es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (*).
El “bloqueo” de calles, avenidas y caminos, poco o nada afecta a los gobiernos de turno, sea cual fuere su tendencia ideológica, porque son transitorios. Pero empaña la imagen de Bolivia y frustra sus proyecciones. Son hechos que no contribuyeron a la construcción de un venidero mejor. Aquellos no alcanzaron trascendencia, ante la historia y los hombres. Muchos de ellos, al haber causado la frustración de los bolivianos, se marcharon, sin pena ni gloria. Y con el paso del tiempo, estigmatizados por sus errores y desaciertos, transitaron hacia el olvido. Si se los menciona alguna vez, será para rememorar el pasado ominoso.
El “bloqueo” conspira no solo contra la estabilidad política, sino económica. Contra el desarrollo nacional. Contra la convivencia pacífica y el bienestar social. Provoca pérdidas considerables, a nivel privado y público. Atenta contra la paz y el libre tránsito de la ciudadanía. Es una medida adoptada tanto en dictadura como en democracia, a veces buscando revanchismo.
Parece que los radicales no tuvieran amor a la Patria, porque tratan de empujarla, con el “bloqueo”, al precipicio. Habiendo canales de diálogo y entendimiento. Posiblemente no tienen la predisposición para tal efecto. Pero tendrían que priorizar, también, el diálogo, para encauzar acciones o tomar decisiones consensuadas. Si no trabajan de esa manera, estarán siempre en la misma situación.
En suma: aún es tiempo para que reflexionen sobre la suerte del país.

(*) Jean Paul Guevara A.: “De utopías y futuro – Desarrollo sostenible e integración en América Latina”. Stilo – Industria Gráfica, La Paz – Bolivia, 1996. Pág. 54.

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